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1 de Agosto de 2011 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Caba-Macri derrotó por casi 29 puntos al kirchnerismo

El jefe de Gobierno porteño logró la reelección tras vencer a Filmus. Macri mejoró 17 puntos respecto a la primera vuelta y el candidato K, casi 8. Así, el líder del PRO amplió la ventaja del balotaje de 2007.

A las 20.05, sólo dos horas después del cierre de la votación y cuando todavía no se había conocido ni un dato oficial, Daniel Filmus salió a reconocer la derrota y a felicitar a todos los porteños y al ganador de la elección, Mauricio Macri. No fue la única novedad: el candidato kirchnerista contó que la presidenta Cristina Kirchner estaba hablando en ese momento con Macri para saludarlo por su triunfo en el balotaje. Fue el final para la pelea por la Jefatura de Gobierno porteña y el comienzo del último tramo de la campaña para las primarias presidenciales del 14 de agosto.
Tras las derrotas consecutivas en Santa Fe y la Ciudad, y a dos semanas de las internas nacionales que anticiparán el escenario de las presidenciales de octubre, el kirchnerismo buscó disimular el enojo con los porteños que había mostrado luego del resultado de la primera vuelta del 10 de julio, cuando Macri ganó con el 47,05 por ciento de los votos y Filmus salió segundo con 27,87%.
No duró mucho. Por la noche, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, retomó desde el búnker de Filmus el discurso más duro y culpó a los medios de comunicación por la derrota electoral .
Lo cierto es que el jefe de Gobierno obtuvo la reelección con el 64,25% y el candidato kirchnerista sacó 35,75%. Es decir, Macri mejoró 17 puntos respecto a la primera vuelta y Filmus, casi 8 . A trazos gruesos, esto quiere decir que por cada dos votos que sumó el líder de PRO, Filmus consiguió uno. El voto en blanco fue de 2,38 por ciento y la cantidad de votantes 72,16%, un punto menos que en la primera vuelta.
Ayer, Macri volvió a derrotar al mismo rival del balotaje de 2007, aunque esta vez por una diferencia mayor . Cuatro años atrás, el líder del PRO había conseguido 60,9% y Filmus, 39,1%. El candidato K no alcanzó ni el objetivo más modesto de los que se había fijado y que consistía en repetir su marca anterior. Por eso, no había terminado el escrutinio y ya se escuchaban los primeros reproches en el kirchnerismo por haberse presentado al balotaje exponiendo a la Presidenta a otra dura derrota tan cerca de las primarias . Nadie se animará a machacar sobre esta idea en público, ya que la orden de competir en la segunda vuelta fue de la propia Cristina Kirchner.
Como ya había ocurrido la noche de la primera vuelta porteña, los candidatos presidenciales de la oposición buscaron capitalizar ayer el triunfo de Macri y, sobre todo, el traspié del Gobierno. De aquí en más deberán arreglarse solos. Ninguno de ellos tendrá un respaldo explícito del jefe de Gobierno reelecto, al menos no antes de las primarias del 14 de agosto. Y quizá no lo tengan nunca.
En medio de la celebración, Macri reiteró que piensa sentarse a conversar con todos los candidatos presidenciales e incluyó en la lista a Cristina Kirchner. El jefe de Gobierno porteño parece tener otras dos prioridades para sostener su propia candidatura presidencial, pero para 2015: resolver las asignaturas pendientes de su gestión porteña y redoblar los esfuerzos en la construcción nacional de su espacio político.
La pobreza de su oferta para octubre quedó expuesta ayer en el escenario de Costa Salguero: un candidato a gobernador en Entre Ríos, dos postulantes a ocupar intendencias bonaerenses y un puñado de diputados. Es cierto que también andaba por allí Miguel Del Sel, la sorpresa de la elección santafesina de una semana atrás.
En su segundo mandato, Macri tendrá que lidiar con una Legislatura de mayoría opositora y un bloque K fortalecido. También deberá calmar las internas por su sucesión entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta que él mismo se encargó de alimentar cuando mantenía la ilusión de su candidatura presidencial. Esas peleas no tardarán en reaparecer: Macri ya no tendrá reelección.
“En Buenos Aires y Santa Fe la gente votó por un cambio” , dijo anoche. Volvieron a preguntarle si no se arrepentía de haber desistido de competir por la Presidencia. “No me arrepiento de este amor”, fue la respuesta que eligió Macri. Más allá de su ambición personal, le había dado aire a su candidatura presidencial porque no quería tener que convivir otros cuatro años con el kirchnerismo en el Gobierno nacional. Si Cristina lograra la reelección, no habría que esperar que la relación del gobierno porteño con la Casa Rosada mejore.

Macri: “Valoro el llamado y la felicitación de la Presidenta”
Sonaba Rodrigo a las 20.45, cuando los canales de TV enfocaron a Mauricio Macri bajando de una camioneta negra en Costa Salguero, junto con su esposa. La imagen transmitió en vivo en las pantallas gigantes del búnker, la iluminación mutó de tenue a estridente y la militancia de PRO, tan excesivamente prolija por momentos, se largó a saltar y a gritar sin parar.
Volaban globos, papelitos de colores, serpentinas. El jefe de Gobierno entró al VIP corriendo.
Su mamá, su hermana Sandra y sus hijos lo abrazaron y María Eugenia Vidal esperó que terminara la escena familiar para apretujarlo.
“Somos más de lo que creíamos”, le dijo.
“¡Grande, flaca, grande! No me equivoqué con vos”, la piropeó su jefe.
La vicejefa electa dejó a Macri solo con su familia y subió al escenario. “Como dice Riquelme, Vidal, Macri y todo el PRO estamos felices”, celebró. Macri se acopló en seguida.
Los militantes amagaron con cantar “para Cristina/que lo mira por TV”, pero el candidato los interrumpió . “No, no, eso no”, dijo. Tenía el discurso elaborado de antemano. Macri nunca improvisa en circunstancias de este tipo. “Es muy disciplinado”, dicen quienes trabajan en esos escritos.
El vencedor de Daniel Filmus tenía previsto no apartarse de ese mensaje y apoyar el cántico hubiera ido a contramano. Comenzó por agradecer la charla con la Presidenta : “Celebro y valoro su llamado. Nos felicitó a mí y a todo el equipo”, dijo, en un tono que hasta sonó conciliador. Aclaró que le gustaría incluir a la Presidenta en la rueda de diálogo que busca mantener con los presidenciales. “El país pide que nos unamos y dialoguemos, más allá de nuestros narcisismos. El compromiso no tiene que ser un acuerdo electoral”, sostuvo.
“Se siente/se siente/Mauricio presidente”, le cantaban. Macri no hacía caso, aunque está claro que desde hoy pondrá un ojo en la contienda presidencial de 2015 . “Esta es la victoria de una forma de hacer política. Estos votos no son de PRO, sino de los que quieren una política de servicio, que se respeten las leyes y las instituciones”.
Sonaban Shakira, Los Redondos, Los Pericos, La Mancha de Rolando. Los jóvenes bailaban y revoleaban remeras, como en un recital. Los más grandes daban pequeños pasitos. Las mujeres hacían equilibrio entre la emoción y sus tacos altísimos, algunas con sacos de piel, maquilladas como para una fiesta. “Es que lo es, nene. ¿No ves que Mauricio arrasó?”, decía Inés, coqueta, impecable, que decía ser una vieja amiga de la mamá de Macri.

Otro duro revés kirchnerista y un giro para intentar apagar el fuego
Cabe la duda, luego de la renovada paliza que Mauricio Macri le propinó a Daniel Filmus en el balotaje de Capital, si el Gobierno de Cristina Fernández ha empezado a producir un cambio de hábito político o si debió salir, de apuro, a intentar apagar las llamas de otro incendio. Aquella duda apuntaría a dos de los gestos políticos más trascendentes de la jornada, aparte de la contundencia del resultado: la felicitación de la Presidenta al jefe porteño ; el discurso de despedida --así de literal-- con que el senador K admitió tempranamente, sin cómputos oficiales, la dura derrota.
Los antecedentes no ayudan a ser generosos con el Gobierno nacional. Nadie en el poder se había acordado de Macri cuando en la primera vuelta alcanzó los 20 puntos de ventaja que anoche estiró casi a treinta . Ninguna autoridad tampoco se ocupó de saludar la semana pasada al socialista Antonio Bonfatti, que retuvo la gobernación de Santa Fe.
Por el contrario, la mezquindad fue la moneda que mas cotizó en la Casa Rosada. Hasta allí fue llevada la diputada provincial María Eugenia Bielsa, que ganó en ese rubro la elección santafesina, para permitirle a Cristina exhibir algún trofeo . Agustín Rossi, el postulante K, que ofrendó mil veces su cara por los Kirchner, fue condenado al destierro luego del empellón electoral que le dio Miguel De Sel, el delfín de Macri.
Retrocediendo un poco en la historia --las legislativas del 2009-- es posible recoger otro gesto de Cristina similar al de anoche. Fue cuando luego del traspié convocó a un diálogo político que sólo sirvió para comenzar a dinamitar el triunfo de la oposición . Se abrieron en ese espacio cicatrices que nunca cerraron y que terminaron influyendo en la pobre actuación parlamentaria posterior.
La conclusión, entonces, podría caer ahora de mudura. Cristina buscó ayer con su actitud atenuar el impacto político que encierra el derrumbe en Capital. Que se añade al que se produjo hace una semana en Santa Fé y a los presagios nada buenos que se observan para el domingo venidero en Córdoba. El kirchnerismo no tendrá en esa provincia candidato. José Manuel de la Sota representa al peronismo distanciado de los K.
El golpe en Capital tendría un significado amenazante mas amplio para el kirchnerismo que el de la simple resignación de uno de los cuatro distritos electorales más importantes de la nación. La Ciudad suele ser, casi siempre, un espejo en el cual se refleja el comportamiento de los grandes centros urbanos, que representan el 40% del padrón total . En esa geografía, con alguna ramificación (Santa Fe), se acaba de afianzar un dirigente, Macri, que podría convertirse en un articulador de distintos sectores de la oposición para octubre. El jefe porteño, con cautela, lo insinuó en su conferencia de prensa, luego de la victoria y los festejos.
Habrá que ver si sabe hacerlo y habrá que ver si puede . Pero el kirchnerismo pareciera advertir ese peligro potencial.
Macri habló desde ese sitial político y, al igual que en la primera vuelta, se mostró tan módico en su expresión como acertado con su puñado de ideas . Agradeció, en primer término, el saludo de Cristina e hizo invocaciones constantes a la necesidad del trabajo armónico, el diálogo y la convivencia. Con eso le bastó para colocarse en las antípodas del kirchnerismo.
Tuvo también la precaución de aclarar que el enorme volumen del 64% de votos que logró no son de su propiedad. Que en su composición podría haber una heterogeneidad mayor que la imaginada. Pero que haría lo posible para inducirla, en el trayecto que resta hasta octubre, hacia alguno de los candidatos opositores . Ninguna definición, de todos modos, se conocerá antes de las internas abiertas y obligatorias del 14 de agosto.
El kichnerismo parece seguir sin advertir que los estallidos electorales de Capital y Santa Fe contienen problemas de forma y de fondo, que se vienen combinando, para ellos, de manera fatal. La forma pesa más de lo que supone: hay una fatiga social evidente con el estilo de la confrontación, la soberbia, la necedad y la mentira . Del enojo casi permanente y cotidiano con la vida. El fondo tiene relación con dos conflictos cuyo peso final en octubre resulta aún difícil de mensurar: el divorcio con el campo y las grietas que se abrieron entre el kirchnerismo y el PJ , sobre todo, por el diseño electoral que resolvió Cristina.
Tanta es la incomprensión oficial que ciertas declaraciones después de la derrota orillaron el absurdo. Hubo voces que machacaron con la idea de que los últimos resultados no tendrán consecuencias en el orden nacional.
Habrá que verlo . Puede ser válido asegurar que el 64% no corresponderá en el futuro, enteramente, a la oposición. Como podría serlo señalar que el 35% de Filmus tampoco fluya mansamente hacia Cristina. Habría que recordar el pasado, quizás, para entenderlo: en julio del 2007 Filmus llegó al 40% en el balotaje que también perdió ante Macri. En octubre de ese mismo año Cristina obtuvo en las presidenciales de Capital el 24%. El kirchnerismo estaba, por entonces, en su auge y el ex presidente Kirchner pasaba al segundo plano del poder con un 60% de reconocimiento, según las encuestas.
El ministro del Interior, Florencio Randazzo, fue incapaz de reconocerle algún mérito a la victoria de Macri. Redujo su explicación a un supuesto fenómeno de protección mediática. Como si los miles de porteños que lo votaron fueran personas distraídas o atontadas . El kirchnerismo, si todavía está a tiempo, debería someterse a una introspección respecto de los medios de comunicación. Tiene un serio problema irresuelto, posee un ensimismamiento traumático, digno de algún diván antes que de la política.
Filmus quiso apartarse de esa lógica, aunque tardíamente . Desde que fue ungido candidato por el dedo de Cristina aceptó sin chistar cada imposición. Anoche, en cambio, felicitó dos veces a Macri, admitió que se pudieron haber cometido errores y reconoció a la mayoría que no lo votó. No pretendió disfrazar con el ropaje de un éxito una elección que fue peor que la de hace cuatro años. Pareció un epitafio digno para una carrera política que puede haber ingresado en una definitiva meseta .
Tal vez, por esa misma razón, no contó con la solidaridad que hubiera merecido. Hubo algunos dirigentes K que lo acompañaron en la mala hora, pero no todos. Ni siquiera los mas sinbólicos. Resultó ostensible la huída de Amado Boudou , el candidato a la vicepresidencia, cuando los resultados empezaron a marcar la diferencia sideral que terminó existiendo entre Macri y Filmus. El kirchnerismo no tolera a los derrotados. Cristina tampoco.
Al Gobierno le queda por delante, todavía, el trago amargo de Córdoba. Los buenos modales de Cristina y el ardid de querer emparentarse, a último momento, con De la Sota buscarían amortiguar el castigo que viene padeciendo desde el 10 de julio.
Las internas abiertas son ahora para la Presidenta una necesidad. Pero podrían constituir también un peligro .
La oposición, que antes dudaba, ha empezado a entusiasmarse con las primarias. En especial, por la sucesión de reveses kirchneristas que han ayudado a cambiar un clima político que antes afianzaba la impresión de que todo estaba definido. Habrá que observar si aquel conglomerado opositor consigue trasladar también el nuevo clima a un escenario electoral diferente.
Una parte de aquel conglomerado contaría, desde anoche, con una nueva referencia. Macri repitió que hasta después del domingo 14 no habrá definiciones pero de sus palabras escaparon tres pistas: Eduardo Duhalde, Alberto Rodríguez Saá y el radicalismo . Por ese flanco podría darse una articulación con vista a octubre que el kirchnerismo, hace un par de meses, ni imaginaba.
Las internas abiertas se han transformado en una gran encuesta nacional. La oposición sabrá quienes serán sus candidatos mas votados y Cristina conocerá el volumen aproximado de votos que posee.
En aquella oposición deberán definir si todos los candidatos seguirán a octubre o si la mayoría se encolumnará con el par mejor posicionado. Es una discusión en ciernes, lejos aún de coincidencias y con Macri de actor estelar.
Se trata de la historia que falta escribi r.

Filmus llamó a “aprender con humildad” del resultado porteño
Sentenciado desde hace tres semanas, sin demoras, apenas pasadas las ocho de la noche, Daniel Filmus se presentó ante la prensa para admitir la derrota. Felicitó dos veces a Mauricio Macri. Llamó a la tropa propia a “reflexionar y aprender con humildad” del resultado adverso. Reveló también el dato político más importante que dejó una noche sin sorpresas en los números: que Cristina Kirchner había llamado a Macri para felicitarlo.
“Vamos a ser una oposición constructiva en la Ciudad. Apoyando las cosas buenas y criticando lo que nos parezca mal”, le dijo un rato después el candidato del Frente para la Victoria a Clarín, cuando un plasma detrás suyo mostraba a Macri comenzando su festejo.
El tono estudiadamente amable y conciliatorio que se repitió durante toda la noche entre los dirigentes kirchneristas no fue casualidad. Este diario pudo saber que fue acordado entre los candidatos, los principales funcionarios del Gobierno que llegaron anoche hasta el búnker K y la propia Presidenta, que estuvo en contacto telefónico permanente desde la Quinta de Olivos.
No hubo tregua, en cambio, en la batalla comunicacional.
“Ahora, estamos confrontando con los principales medios de comunicación y eso evidentemente nos perjudica con el electorado porteño que se informa primordialmente a través de ellos”, le dijo Florencio Randazzo a Clarín.
“Es una muy buena elección”, considero con todo el ministro del Interior. “Nunca un peronista ganó elecciones para un cargo ejecutivo en la Capital”.
Randazzo insistió en que “no hay que extrapolar estos resultados a los de las elecciones nacionales” por venir. Pero enseguida analizó que, de hacerlo, “está claro que Cristina tiene un 35 por ciento de base propia, mientras el otro 65% se divide entre nueve candidatos. No hay nadie más solido que la Presidenta”.
Con poco para celebrar el kirchnerismo montó su búnker para esperar una derrota anunciada en el centro de formación del Sindicato de Encargados de edificios que cedió Víctor Santa María.
Los periodistas esperaron en un subsuelo decorado con los últimos afiches de campaña, el de los corazones rojos. A diferencia de la primera vuelta, esta vez no hubo ninguna imagen de Cristina ni de la campaña por su reelección.
Amado Boudou, Juan Manuel Abal Medina,Randazzo, Alberto Sileoni, Lino Barañao y Mercedes Marcó del Pont fueron los funcionarios más importantes que se encerraron con Filmus y Carlos Tomada en un aula del tercer piso para esperar los resultados.
También se vio a Martín Sabbatella, Aníbal Ibarra, Jorge Taiana y los camporistas Juan Cabandié, Andrés Larroque e Ivan Heyn.
Antes de las ocho, los blackberries de los funcionarios ya exhibían una tendencia irremontable aportada por los fiscales propios en cada escuela. Filmus y Tomada bajaron a enfrentar las cámaras sin ministros ni secretarios.
“Me hago responsable de todo lo que podamos haber hecho mal y que haya que repensar”, anunció Filmus.
“Tuve que surfear sobre muchísimos temas externos, como el de Fito (Paéz) y otros. No pudimos imponer temas de la Ciudad en la agenda”, se confesó el candidato ante Clarín.
Después de los aplastantes 20 puntos de distancia de la primera vuelta, en la Casa Rosada se contentaban con trepar al 40% en el balotaje. Pero en las tres semanas entre la primera y la segunda vuelta, las críticas del kirchnerismo a los porteños y las de los intelectuales de Carta Abierta al propio Filmus y su campaña hicieron empinaron aún más la cuesta.
Ayer, todos trataban de conformarse con el 35 por ciento. “Nos consolidamos como la segunda fuerza en la Ciudad y la principal oposición en la Legislatura”, subrayó Filmus, que prometió ponerse a trabajar para las primarias del 14 de agosto. Sin descanso, hoy irá con Tomada a reunirse con Cristina para comenzar a hablar de esa nueva campaña.

Al final, el Gobierno culpó a los medios por la derrota
Los porteños todavía tenían tiempo de ir a votar cuando la presidenta Cristina Kirchner decidió que llamaría a Mauricio Macri para felicitarlo por un triunfo que se sabía seguro. Fue un cambio en su estilo. El domingo pasado, la mandataria no se comunicó con el gobernador electo de Santa Fe, Antonio Bonfatti: lo hizo en su nombre el ministro del Interior, Florencio Randazzo. En rigor, Cristina llamó dos veces a Macri.
En la primera no tuvo suerte. En la segunda sí. Apenas pasaban las ocho de la noche. El candidato K, Daniel Filmus, reconocía en esos momentos la derrota frente a las cámaras de tevé. Dijo ser “respetuoso” del electorado que no lo había elegido.
El tono conciliador de esa primera exposición se modificó con el paso de las horas . La Casa Rosada pasó del respeto del voto a echarle la culpa a los medios por su derrota porteña.
Fue Randazzo el vocero del endurecimiento del discurso oficial. Dejó el bunker de Filmus a las diez y media de la noche y dijo que el kirchnerismo debía “trabajar mucho más fuerte” en distritos como la Capital Federal, porque “la interlocución entre los dirigentes políticos y el ciudadano se dan a través de los medios”, con los que el Gobierno tiene “peleas de intereses, como el Grupo Clarín”. Hasta ese momento, oficialistas habitualmente duros, como el diputado Carlos Kunkel, decían en las entrevistas que “el peronismo siempre fue respetuoso del mandato popular”.
El concepto cambió: “Los medios, ustedes, Clarín, La Nación, influyen en los centros urbanos y nosotros tenemos que empezar muy detrás”, se explicó anoche ante este diario un funcionario nacional. Filmus hizo ayer una autocrítica que sigue esa lógica: dijo que su campaña tuvo “errores en la comunicación”.
Fuentes del Gabinete contaron anoche que el llamado de Cristina a Macri se decidió porque se cree que parte del electorado le pide a la mandataria mayor diálogo con la oposición: “Es algo fácil de cambiar”, celebró uno de los funcionarios que habló varias veces con la mandataria. Cristina decidió que se comunicaría con Macri después de coordinarlo sobre el tema con el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, y el secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina.
Tras la primera vuelta porteña, el oficialismo había reaccionado criticando al electorado . Ayer eso se modificó, pero en parte. Los primeros gestos conciliadores del oficialismo hacia los votantes viraron al final del día. Según el kirchnerismo, los medios son ahora los culpables por cómo votaron los habitantes de la Ciudad: “Se habló muy poco de que el Jefe de Gobierno está procesado”, criticó a la prensa Randazzo, y agregó: “Y se ha hablado muy poco la campaña sucia contra el candidato del Frente para la Victoria”. El ministro minimizó la posible capitalización del balotaje porteño que podrían hacer la oposición: “Hay que ver de quién son los votos de PRO”.
La Presidenta siguió la elección desde Olivos, acompañada por su hijo, Máximo. Los líderes de La Cámpora, Juan Cabandié, y Andrés “El Cuervo” Larroque, hicieron un relevamiento del voto en una recorrida por escuelas de diferentes comunas porteñas. En la puerta del bunker de Filmus los jóvenes K cantaron identificando a un único rival político: los medios.

En la TV pública optaron por dar primero las “buenas noticias”
Después de cientos de horas dedicadas a cuestionar la administración de Mauricio Macri, era esperable que la edición dominical de 6,7,8 -el programa más emblemático de la propaganda gubernamental- abordara el balotaje de ayer. Pero ni bien arrancó, su consigna fue “tres buenas noticias” : la inauguración de una nueva embajada en Brasil, el ex presidente Lula profesando su simpatía por Cristina Fernández de Kirchner y Estados Unidos al borde del default. ¿Algún informe sobre los comicios de ayer? “Los oficialismos, Macri ganó el balotaje”, ilustraba la placa (o graph en la jerga televisiva) que prometía ilustrar el tratamiento de la noticia. El conductor – Carlos Barragán – le pidió su reflexión a uno de sus invitados, el bloguero K Lucas Carrasco. Este dijo: “Muy buena elección de Macri” y allí terminó todo. No se volvió a hablar del jefe de Gobierno porteño. El análisis de las elecciones tomó alrededor de 15 segundos. Después, fiel a su estilo de repetir y machacar, vinieron 40 minutos dedicados a “informes” sobre frases elogiosas de la mandataria brasileña Dilma Roussef a su relación con la Argentina y palabras de Lula (“voy a mudarme para votarla”) en relación a Cristina. Luego, una descripción de los problemas económicos de Estados Unidos, con el canciller Héctor Timerman como principal comentarista, despotricando contra el capitalismo de ese país (“hicieron lo contrario que nosotros, que fomentamos el consumo entre los pobres ”), aunque defendiendo a Obama.
La decisión de darle menor relevancia a los comicios estuvo desde las 6 de la tarde. En la primera vuelta del 10 de julio, a esa hora había arrancado una edición especial del noticiero “Visión 7”, que aquella vez duró tres horas. Ayer, en cambio, hubo un flash que tomó menos de siete minutos . Mientras los canales de televisión abierta – América 2, Telefé, Canal 13 – y los de cable se referían a los reelección de Macri, en la televisión gubernamental transmitían un espectáculo viejo del Cirque du Soleil . Cuando terminaron los trapecistas, payasos y contornistas, la TV “pública” dedicó su pantalla a un documental de Discovery sobre el sistema de castas en India . A las 18.42, hubo otro “flash” breve, para luego volver a las calles de Nueva Delhi. De repente, el especial “Visión 7 Elecciones 2011” – que estaba anunciado para las 20 – se adelantó a las 19.24.
En la primera vuelta, los conductores – Juan Miceli y Cecilia Laratro – charlaron con media decena de “analistas políticos” (de similar mirada positiva del Gobierno). Ayer, entrevistaron a Emilio Rutchansky (colaborador de Página/12) y Luis Bruschtein (del mismo diario). El primero apuntó contra “el discurso apolítico del PRO, con su discurso cerrado”. “Espero que la diferencia no sea de más de 25/30 puntos (fue 28)”, se lamentó. “Parece que hay un 10% menos de votantes”, se apuró a señalar Laratro. Cerca del final, Miceli le preguntó a ambos columnistas si había votos “macri-cristinistas” (al PRO en la ciudad y a CFK en las presidenciales). En ese renglón, las respuestas fueron disímiles.

Fuente: Clarín

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