El Carnaval organizado por la Municipalidad Andina de esta ciudad, alcanzó una importancia y esplendor notable dentro de la provincia, atrayendo a turistas que llegaron ávidos de conocer y gozar tales manifestaciones autóctonas. El esplendor, colorido y el brillo fueron logrados gracias a la voluntad y esfuerzo tesonero de sus pobladores, heredados de los pioneros que se establecieron en la zona. No importo la lluvia, el quiaqueño disfruto al máximo desde niños hasta adultos revalorizando la cultura en la Puna jujeña. Este periodista, no recuerda en la última década, un Carnaval como el vivido, durante la edición 2016. Los festejos adquirieron este año en La Quiaca un relieve que lo ubicó dentro de los acontecimientos festivos más importantes del 2016. La avenida Sarmiento estuvo colmada por varias cuadras, donde cada comparsas pudo demostrar lo mejor de su coreografía. A eso debe sumarsele los espectáculos de manera gratuita para los vecinos y visitantes, siempre gracias a la comuna local y al Gobierno de Jujuy. La primera jornada dio inicio pasadas las 18 porque las diferentes agrupaciones ultiman los detalles en cuestión los días siguientes, para que no haya que preocuparse por la indumentaria. Una vez que cada una de ellas mostró su compás se dirigieron a sus respectivos locales donde la celebración continuó hasta el amanecer. Al día siguiente el lunes de carnaval las energías están intactas allí es cuando más gente se suma a cada comparsa, porque eso es la característica principal del carnaval quiaqueño, la participación sin distinguir clases sociales cada persona puede bailar en donde más le guste. Solo es necesario "tener aguante" para los días de baile. El martes de chaya la ciudad durmió hasta el mediodía, hay que estar bien para el asado y las diferentes invitaciones, desde horas tempranas en cada comparsa se encienden las hogueras para hacer hervir en grandes tachos choclo, habas y papas andinas. Alrededor de las 15 comenzaron a llegar los invitados, antes estuvieron en sus hogares chayando en un mojón improvisado pero con profundo sentimiento hacia la Pachamama, cada rincón del hogar se llena con olor a incienso los brindis van y vienen. Para la última jornada del corso todos llegan alegres con grandes acullicos para soportar el trajín del día, este año la lluvia no logró amainen a los bailarines, una vez que se detuvo todos salieron a las calles nuevamente.

 

Fuente: El Tribuno de Jujuy