Otros, dicen que una fuerza virtuosa extraordinaria lo ha transformado de un día para otro en un hombre guapo, ahora va a levantarse temprano y trabajará a la par de sus empleados, predicando con el ejemplo como corresponde. 

La medida podría ser saludada positivamente por todos, de no ser que se parece demasiado a las arremetidas al inicio de su mandato en dos mil siete y que después terminaron diluyéndose en la nada, los empleados que no querían trabajar regresaron todos a casa con el visto bueno del intendente. 

Ah, la condición era votar por el espacio político que les hacía tan inhabitual regalo. Que nuestros políticos no trabajen y se sumen a ellos, también los ciudadanos deben ser parte de la esencia del principio de riojanidad y para nuestro intendente, en la evaluación general, daba excelentes resultados políticos. 

Hagamos un poquito de memoria en dos mil nueve, el señor Busto tomó una decisión de riesgo y sin ninguna experiencia legislativa coronó a su hijo Mauro como diputado, de esta manera la cúspide del poder político local era monopolizado por una familia, padre intendente, hijo diputado. 

Los éxitos continuaron, en dos mil once se reelige otra vez como intendente, todo marchaba con viento a favor hasta que su hijo Mauro, dos años más tarde, perdió la diputación de un modo estrepitoso a manos de Mauro Luján. 

Desde entonces ha sufrido alteraciones en su carácter, no sabe qué hacer, irascible, lleno de odios viscerales e incomprensibles, dispensa malos tratos a quien sea, hasta sus seguidores temen hablarle cuando está con su celular. 

La pregunta que nos asalta es la siguiente: ¿Es admisible que un miembro de esta comunidad reciba malos tratos o pierda su empleo (ya ha cesanteado a un trabajador de Solca), después que se lo ha votado hasta el cansancio y se le haya dado todo al señor Busto? ¿La comunidad es desagradecida con el intendente? ¿Quién debe agradecer a quién?. 

El origen de la bronca reside en que alguien le ha hecho creer que es invulnerable o que su hijo tiene cualidades humanas y políticas excepcionales que nosotros, simples e ignorantes, no valoramos ni alcanzamos a ver. En resumen, la prerrogativa de que todos trabajen, se enmarca en la revisión del modelo de gestión que venía siendo exitoso hasta dos mil trece. El camino viene cuesta arriba para el jefe comunal y nadie sabe cómo va a terminar todo esto. Por mi parte, imagino que la bronca y el odio en política, no son buenos consejeros”. 

Profesor Juan Domingo Quintero, DNI: 21356848  

 

Fuente: El Independiente