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9 de Octubre de 2013 - Nocturnidad

Caba-Familiares de víctimas controlan los boliches

Formaron una ONG que recibe denuncias. En julio firmaron un convenio con la Ciudad, que manda inspecciones. Ya hubo 75 locales clausurados.

Hace tres años, Juan Lizarraga perdió a su hija Ariana, que tenía 20 años, cuando se vino abajo el entrepiso del boliche Beara. El local estaba habilitado como casa de fiestas, pero funcionaba como discoteca.
El entrepiso estaba mal construido y se cayó porque tenía más peso del que podía soportar. También murió Leticia Provedo (21). El 30 de diciembre de 2004, los hijos de Rosa David fueron dos de las 194 víctimas del humo tóxico y el fuego de Cromañón. Se llamaban Mariano y Verónica Valsangiacomo y tenían 31 y 25 años. El hijo de Nilda Gómez, Mariano Benítez (20), fue otro de los muertos de aquella noche. Mauge Macchi, que también había ido a ver a Callejeros, sobrevivió a pesar del caos y de las puertas de emergencia clausuradas. El tiempo pasó, pero ninguno de ellos olvida. Y saben que la tragedia puede repetirse, porque reciben denuncias a diario de irregularidades en boliches a través del 0800-999-2769.
Este 0800 pertenece a la ONG Familias por la Vida, que desde el 1° de julio firmó un acuerdo con el Gobierno porteño para que la Agencia Gubernamental de Control (AGC) reciba por escrito todas las denuncias y las verifique. Desde entonces, se realizaron 145 inspecciones a raíz de 257 denuncias. En el 70% de los casos, se labraron actas de infracción. Y 75 locales fueron clausurados, el 35% de los cuales había violado una clausura anterior. Además, fueron denunciados a la Policía y a la Fiscalía. En los otros casos, las faltas más detectadas fueron locales donde se bailaba pese a no estar habilitados con ese fin; ausencia de matafuegos, y salidas obstruidas.
“Después de sufrir Cromañón, nos fuimos despertando en medio de la noche del horror. Y los padres nos dimos cuenta de que nos enfrentábamos a un poder inmensamente grande. Teníamos que unirnos y ver qué era eso que había despedazado nuestra vida. También apareció la necesidad de ubicar a todos los chicos que habían sobrevivido, porque habían inhalado cianuro y estaban en peligro. Empezamos con el 0800 para buscarlos”, cuenta Nilda Gómez, presidenta de Familias por la Vida.
Muy pronto descubrieron que podía haber otro Cromañón, porque había muchos boliches con deficiencias. “Desde 2006 empezamos a tomar denuncias –relata Gómez–. Pero en el Gobierno porteño no siempre nos escuchaban. Este año, firmamos un convenio y la AGC se comprometió a controlar todas las denuncias de nuestro 0800. La gran cantidad de locales clausurados denota que la situación de riesgo continúa, pero también que hay voluntad de cambio. Ahora estamos reuniéndonos con los fiscales, porque muchos empresarios violan las clausuras y los fiscales, que son quienes deben intervenir, no lo hacen”.
“Es increíble la cantidad de denuncias que recibimos –cuenta Juan Lizarraga–. La mitad de los que nos llaman son los concurrentes a los locales y el resto, vecinos. La gente llama con la voluntad de corregir lo que ve mal. Y no hay mejor control que el del propio ciudadano. Apelamos a la conciencia de los jóvenes y de los padres, porque eso va a ser más efectivo que cualquier otra medida”.
Para Mauge Macchi, atender el 0800 es una manera de devolver toda la ayuda que recibió después de la tragedia. “Haciendo esto me siento útil porque, con todo lo que me pasó, estoy aportando algo para cambiar las cosas”, explica.
El trabajo es frustrante: “Me da bronca y pena que todavía haya locales con las salidas de emergencia tapadas y que los empresarios violen las clausuras –observa Mauge–. Me indigna escuchar que existe gente que sigue fuera de la ley para llenarse los bolsillos sin importarle la vida ajena. Le venden alcohol a los chicos hasta sacarles la última moneda. El objetivo no es que los empresarios paguen coimas para seguir haciendo todo igual, sino que cambien lo que está mal. Pero todavía no lo conseguimos. Y estoy segura de que va a pasar otra tragedia”.
Rosa David perdió todo en Cromañón y también siente bronca cuando, a través del 0800, comprueba que sigue habiendo boliches con problemas de seguridad. “Para mí es muy bravo escucharlo, pero tengo que hacer algo para ver si podemos sacar a la luz toda esta porquería ”, explica. Ella, además, es la encargada de llevar las denuncias por escrito a la AGC. “Yo perdí a mis dos únicos hijos, pero ahora me toca cuidar a los hijos de los demás ”, observa. Y recuerda el llamado de una chica muy joven a la que atendió hace poco: “Fue a un boliche en Palermo. El baile estaba en un primer piso y, en la escalera, había una vela encendida en cada escalón. Ella las fue apagando, porque se acordó de Cromañón”.
En Familias por la Vida afirman que los denunciantes se sienten cómodos, porque saben que del otro lado de su 0800 hay papás de Cromañón y de Beara que van a seguir la denuncia hasta el final. “La gente cree en nosotros porque nuestra bandera es la de los chicos –dice Gómez–. Nuestro único objetivo es que la muerte de nuestros hijos no haya sido en vano. Y que la desgraciada historia que estamos viviendo no vuelva a ser sufrida por nadie más”.
 
Fuente: Clarín

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