5 de Setiembre de 2013 - Arquitectura
Mendoza-Más paredes se destinan a los graffitis legales
Algunos municipios han habilitado muros para que estos artistas callejeros los pinten. Sin embargo, conviven con grafiteros clandestinos que compiten por "cubrir" inmuebles y vehículos con sus tags.
Aunque el graffiti es una expresión que hace años se instaló en Mendoza, en los últimos meses se han extendido las pintadas en fachadas de viviendas, vidrieras de negocios o portones de garajes.
A diferencia de las intervenciones que se realizan en zanjones, espacios públicos o muros de edificios abandonados, éstas aparecen en inmuebles en uso, sin la autorización de los propietarios y son solamente firmas de los autores, quienes compiten por ocupar la mayor cantidad de sitios posibles.
Los conocedores explican que estos graffitis, furtivos o ilegales, se dividen en tags (las firmas) y bombas (cuando dibujan su nombres con unas pocas letras, generalmente en colores).
Los autores buscan marcar su presencia en sitios no permitidos y la pintura tiene una finalidad más autorreferencial o narcisista, ya que son reconocidos por sus pares pero no por la comunidad en general.
Como contraparte, hay grafiteros que prefieren los murales, con figuras más elaboradas que suelen transmitir un mensaje y son valorados por la mayoría como intervenciones urbanas.
El periodista Marcelo Romanello, vecino de Capital, comentó que viene observando últimamente cómo las persianas de locales comerciales, paredes de casas particulares e incluso escuelas “amanecen” con pintadas a la manera de tags.
El hombre planteó que parece como si hubiera dos bandas de artistas que van marcando su presencia, pero también se preguntó si en este caso se debe hablar de un delito de daño. “Que busquen paredes donde se pueda pintar y que no afecten el derecho de los demás”, lanzó.
Los muros donde más se observa este tipo de intervenciones se encuentran en Capital. El secretario de Cultura de la comuna, Guillermo Romero, se apresuró a distinguir los murales de los graffitis.
El funcionario subrayó que estos últimos tienen un simbolismo especial y que desde el municipio han pedido a artistas que intervengan diversos espacios públicos y que tienen previsto avanzar en varios más.
De hecho, han planeado pintar uno debajo del puente de calle Mitre, en el Parque Central, para el aniversario de la recuperación de la democracia y quieren continuar con el de venecitas cerca de la fuente.
En cambio, la moda grafitera, que Romero reconoció se ha vuelto muy fuerte este año, implica un “tomar por asalto” lugares. “No se entiende bien qué quieren transmitir esos graffitis porque no tienen sentido. Es una expresión pero molesta mucho al vecino cuando usan un negocio o una casa como pizarra”, lanzó.
La adrenalina
Gerónimo (17) conoció la técnica del graffiti por un amigo y empezó a conectarse con otros artistas y aprender. Aunque él estaba más cerca del street art (arte callejero) -con dibujos o figuras más elaboradas- que de las firmas, también salía a las 4 de la mañana con dos o tres amigos a pintar muros. Desde que la policía se lo llevó dos veces, una de ellas por salir corriendo cuando vieron el móvil, se alejó de la práctica.
“La mecha es ver quién cubre más territorio, más paredes”, explica el adolescente. Añade que esa modalidad de graffiti es un poco egocéntrica, mientras que el mural tiene un tinte humanitario. De todos modos, contó que él evitaba casas y autos y prefería chapas y paredes libres, pero sobre todo lugares raros o difíciles de alcanzar, como techos. En cuanto al motivo que lo llevaba a hacer estas pintadas clandestinas, define: “Es la adrenalina que te hace sentir”.
Nuevas generaciones
Natalio García es conocido por su seudónimo ‘Cees’ y si bien ahora se ha abocado al graffiti “legal” y específicamente al muralismo, cuenta que es un código muy propio de la rama más tradicional de esta expresión hacer conocer la propia firma. De ahí que los “escritores” traten de ocupar la mayor cantidad de lugares posible. “Hace tres años no había nada comparado con la producción visual que se ve hoy. Hay un montón de chicos, gente nueva”, manifestó.
Cees explica que la firma es habitual en los chicos más jóvenes, que van a la escuela y compiten con los compañeros. Sobre la elección de los espacios, opinó que no hay muchos sitios para que los que están empezando a pintar puedan desarrollarse, porque los zanjones, por ejemplo, ya están cubiertos. Aunque también señaló que “hay algo en lo ilegal que les gusta y que es parte del graffiti”.
Batallas en los muros
En Europa, comenta Marcos Zerene (33), las técnicas han evolucionado, mientras en Mendoza todavía predomina el graffiti tradicional. Pero allá pueden llegar a ir a buscar a un artista que cubrió la obra de otro para pelearse, algo que acá todavía no se observa.
En cuanto a la clandestinidad, entiende que para los europeos el desafío es mayor, porque si los encuentra la policía, les pueden aplicar una multa o llevarlos presos. Mientras en Brasil, comentó, hay un grupo que se dedica a trepar por la parte exterior de los edificios y compiten para ver quién pinta en un sitio más alto.
Marcos es diseñador y no se dedica al graffiti sino al muralismo con su colega Federico Calandria. Tampoco usa aerosoles sino pintura, para ir plasmando íconos simples acompañados de una frase en las paredes de edificios abandonados o donde consigue autorización. Si bien comparte la visión de reacción contra el sistema de los grafiteros, también comprende que al propietario le moleste que le pinten la casa o el negocio.
Fuente: Los Andes