29 de Julio de 2013 - Tercera Edad
Bs. As.-La sociedad debe reconocer rol más activo a los adultos mayores
El crecimiento de los índices de sobrevida constituye uno de los fenómenos más trascendentes alcanzados por la humanidad en los últimos tiempos, pero también plantea una serie de desafíos a partir de la falta de previsiones existentes para resolver la integridad de problemas propios de la tercera edad. De allí que merezca una plena aprobación la aparición de aquellas alternativas que resulten válidas para abarcar esta nueva realidad.
Esos desafíos, que exceden desde luego a los propios que pueda enfrentar la ciencia médica, derivan de los múltiples requerimientos que presenta lo que ha dado en llamarse la transición demográfica, es decir la inversión de la pirámide poblacional. Resulta innegable que el problema de la tercera edad adquiere muy serios perfiles y que muchas de sus demandas siguen sin ser atendidas.
Es en ese contexto que debe ser ponderada la iniciativa de la Universidad Nacional de La Plata, consistente en abrir en los barrios cursos sobre distintas carreras, reservados a adultos mayores de 50 años de edad. Cabe señalar el denominado programa de educación permanente de adultos mayores de la facultad de Humanidades, que desde su creación en 1994, vino registrando un crecimiento exponencial, tanto de su matrícula como de la cantidad de talleres y cursos que imparte. Pero lo novedoso reside en que ese programa, que antes se dictaba sólo en la sede central, hace poco tiempo comenzó a dictarse en los barrios y de manera gratuita. Lo cierto es que, de los 70 alumnos con los que se puso en marcha la iniciativa, se pasó a los alrededor de 300 actuales, que estudian en cuatro sedes, contando en la actualidad con mayor cantidad de inscriptos los talleres sobre memoria y de educación física.
A grandes rasgos conviene poner de relieve que la superpoblación de longevos ha empezado a crear derivaciones, que debieran ser resueltas en forma perentoria: la primera de ellas, la crisis del sistema previsional, cuyo peso recae sobre las franjas de población activa cada vez menores. En muchos de estos casos, la llamada pasividad, por culpa de malas decisiones burocráticas, no constituye un problema sólo para personas que están en perfectas condiciones físicas y mentales, sino también para la sociedad que pierde sus aún ricas potencialidades y mantiene a tantos seres ociosos.
Está muy claro ahora que la denominada “globalización de la vejez” reclama un cambio de conceptos y estrategias y hasta de una nueva cultura social que incluya, por caso, el ámbito del lenguaje- en el que sigue imperando una idea casi despectiva de la gente mayor, utilizando términos como “anciano” o “sexagenario” como se la hacía un siglo atrás, cuando la expectativa de vida era mucho menor- hasta modificaciones profundas en aspectos sociales y económicos relacionados a esta materia.
Lo que se requiere, entonces, es que con criterio realista el Estado atienda a las circunstancias actuales, en busca de estructurar con racionalidad e imaginación una política integral, otorgándole mayor dignidad e inclusión a millones de personas que sólo por razones de edad están hoy injustamente devaluadas, a las que es preciso darles, además de retribuciones acordes a su condición, las prestaciones que correspondan y, fundamentalmente, un rol activo y no pasivo en la sociedad. En este último sentido, la iniciativa de la Universidad platense responde cabalmente a esa demanda.
Fuente: El Día