Una central hidroeléctrica le dará energía al paraje que logró el aporte de una fundación internacional por gestión del EPEN. Viven allí unas 150 personas, casi todos crianceros. El asentamiento data de 1870.
Cochico.- El intendente del pueblo más alto de Neuquén nunca vivió aquí, pero fue él quien domó los cerros para hacer el camino por el cual se llega a Cochico. Pero –dice– se fue quedando, se fue enamorando y, ya lo sabe Domingo "Piri" Rodríguez, nunca podrá despegarse de este pequeño valle ubicado a 2.000 metros sobre el nivel del mar y más cerca de Chile y del cielo que cualquier otro lugar de la provincia. La excepción es Copahue, que sólo late en invierno.
En Cochico viven apenas 150 personas pero hay gente desde 1870 cuando los arrieros descubrieron las aguas turquesa de la laguna Cari Lauquen, la potencia de los arroyos y los verdines más o menos constantes de la cordillera de los Andes.
No hay historia escrita de este pueblo pero sí un verdadero refugio de la memoria hecho persona. Es Abelardo Márquez, el memorioso, un hombre de 40 años, nacido y criado en las alturas de Cochico, uno de los mejores estudiantes que se haya conocido en el pago, y nieto de Pedro Mora, que se fue más arriba todavía en 2006 y quien recordaba como nadie el estallido de un dique natural de la laguna que se llevó puesto a pueblos, vías y ciudades aguas abajo de la gran cuenca. El año que viene se cumplirá un siglo de aquella tragedia que inundó el valle del Río Colorado. Hubo 110 muertos. Es ésa la historia que mejor se conoce de Cochico que tiene apenas 14 años de vida oficiales pues fue Felipe Sapag quien en 1999 le otorgó la chapa de comisión de fomento junto a su vecina Coyuco, unos 40 kilómetros más abajo. En total para llegar a Cochico desde la Ruta 40 hay que trepar 66 kilómetros por un camino de cornisa con pendientes de hasta 55 grados, con vados y curvas. Pero vale la pena Cochico: gente de corazón grande inseguridad cero, buena comida casera, chivitos y agua mineral hasta para regar el patio.
Acostumbrados a quedar aislados sin chillar y poner algo de plata para mantener el grupo electrógeno que da luz unas tres o cuatro horas por días, el pueblo vive un vértigo inusitado. Hay camiones, camionetas, cuadrillas, máquinas y retroexcavadoras que se mueven de aquí para allá, para arriba y para abajo. Hasta un helicóptero le anda compitiendo a los cóndores y espantando piños chiveros y caballos salvajes.
"¿Qué querés que te diga? Es como un sueño que vayamos a tener electricidad, bah, es un sueño cumplido. Para la escuela, para el centro comunitario, para hacer el aserradero que queremos...", dice Piri Rodríguez, de 65 años y jubilado de Vialidad Provincial, quien llegó al cargo por segunda vez a pedido de la gente. Hay que verlo subir y bajar en su camioneta hasta Chos Malal y Buta Ranquil. Entonces, cuando todo era más difícil, era quien llevaba a los enfermos, traía medicamentos, noticias y comida, a los maestros y a las visitas.
La obra de la que todos hablan es un hito, y es posible un poco por fortuna y otro tanto por esfuerzo y por trabajo. Es que el proyecto (de 2,5 millones de dólares) para una microcentral hidroeléctrica es financiado por un grupo de empresas extranjeras, encabezadas por Duke Energy y agrupadas en la Global Sustentable Electricity Partenership, que seleccionaron la iniciativa entre decenas de todo el mundo. En eso, en la presentación, mucho tuvo y tiene que ver el Ente Provincial de Energía de Neuquén que puso a trabajar técnicos y profesionales y que ha realizado el tendido de baja tensión que está casi listo lo mismo que turbina y los transformadores que aprovecharán la potencia del arroyo Huaraco.
Un dato: el gerente de administración de la empresa está viviendo aquí desde hace 40 días instalado en la casilla familiar que construyó su papá. Hay una verdad irrefutable, bah, son dos: "el tiempo es oro" "y vuela". Ricardo Martín se llama el profesional a quien cuestionaron por enganchar la casilla a un vehículo del Estado. Si la electricidad se hubiera llevado con una línea convencional, la obra hubiese costado 60 millones de dólares.
"Los palitos esos que están ahí no podían esperar", dice y muestra los postes de media tensión (un trazado de 4,5 kilómetros realizada y financiada por el EPEN) que tiene una forma particular para evitar "los manguitos de hielo". Es que en este lugar que hoy brilla como una perla en poco tiempo deberá soportar hasta 20 grados bajo cero. "Lo que te puedo decir, particularmente, es que siento un gran orgullo y veo que hay un enorme compromiso de todos: desde quienes se encargaron de la logística hasta las empresas, la que hace la obra eléctrica (Omega) hasta la que lleva adelante la obra civil. Acá hay gente que tiene 42 días sin volver a su casa", cuenta Martín.
Hace unos días el fuego se comió el techo, materiales y el ropero comunitario de Cochico pero el viernes mismo durante la visita que este diario hizo al paraje el ministro de Energía Guillermo Coco, quien recorrió las obras, se comprometió a donar chapas y tirantes, puertas y ventanas para el edificio a través de la empresa Gas y Petróleo. El funcionario contó que hay siete proyectos de microcentrales en estudio.
"Lo que vemos es que la gente no se está yendo, en Coyuco están quedando cuatro familias que con esto de la electricidad yo creo que se van a terminar viniendo. Tenemos agua segura y proyectos como el del aserradero y el de forestación. Y hay dos chicos que van a aprender en el EPEN cómo realizar las tareas de mantenimiento y operación, hay internet... es un sueño", dice Domingo.
Fuente: Diario Río Negro
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