El municipio solicitó a Defensa Civil un sobrevuelo en la zona de altas cumbres para disipar el temor.
Lugareños de parajes de la zona de la Quebrada de Chicoana temen que pueda ocurrir otro aluvión de barro como el que bajó el viernes último desde la Cuesta del Obispo, pero esta vez sin lluvia porque consideran que los “volcanes” de las altas cumbres están colmados y a punto de reventar. Ante este cuadro de situación, el municipio solicitó a Defensa Civil un vuelo por los cerros de topografía accidentada y que en su interior puedan albergar gran cantidad de agua y barro producto del “endicamiento” de árboles, ramas y piedras. Este deslizamiento de las zonas montañosas es conocido por los lugareños como los temidos “volcanes”.
Precisamente hace cuatro días, por lo menos una decena de desprendimientos, en una franja de 30 kilómetros comprendida entre los parajes de La Herradura, El Maray, Las Zanjas, Escoipe y La Yesera bajaron estrepitosamente al cauce del río Chicoana, produciendo un aluvión de barro de unos dos metros de alto por un kilómetros de ancho.
Según los testimonios de los lugareños la tormenta del viernes replicó con fuerza en las cumbres de la quebrada con deslizamientos que inundaron caminos, senderos, campos sembrados y la desaparición de ganado vacuno y caprino.
Las máquinas de Vialidad de la Provincia trabajan despejando el camino de la Cuesta que se anega con los ríos de montaña que, en diferentes momentos, bajan con mucho volumen por las laderas. Por ahora está transitable la ruta hacia Cachi, aunque con las precauciones del caso.
El intendente de Chicoana, Esteban Ivetich, informó a El Tribuno sobre la asistencia a los parajes afectados por el fenómeno natural. “Llegamos a todos los lugares aislados por el aluvión. Los caminos hacia algunos parajes quedaron diezmados, pero transitables con precaución”.
Para el jefe comunal la prioridad pasa por dos cuestiones en estas horas: “mantenerla ruta 33 accesible para socorrer algún llamado de auxilio y tener la certeza de que no se produzcan nuevos desprendimientos”.
Ya no hay familias aisladas
Marcos Cayo, poblador de Escoipe, relató cómo fue socorrido por personal del municipio a poco de haber cruzado el lodazal que cubre el cauce del río Chicoana. “Menos mal que la vertiente nuestra de agua no se tapó con el aluvión”, dice y suspira.
“El problema es que el lodazal que quedó en el cauce no nos deja pasar a la otra orilla, del lado de la ruta 33. Con sogas pudimos trepar al terraplén y de ahí llegamos a la otra banda”, explica Cayo.
“Hay volcanes allá arriba que pueden bajar cuando revienten. Sin lluvia igual vamos a tener aluviones”, destacó Eriberto Colque quien salvó de milagro su vida cuando logró encerrase en su puesto ante el paso de la masa de barro por el frente de su vivienda y quedó con una altura de medio metro en la puerta, dificultando el acceso a la casa.
El alud, tras recorrer 50 kilómetros por la Cuesta, se disipó en la desembocadura del Cabra Corral.
Llamativamente, ninguna de las treinta familias asistidas por el municipio y la policía quisieron abandonar sus viviendas porque consideran que no pueden dejar su ganado y su siembra a la deriva.
Fuente: El Tribuno
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