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30 de Agosto de 2012 - Mendoza

Mendoza-Los niños con discapacidad tienen mayor riesgo de sufrir violencia

Un estudio realizado por la Organización Mundial de la Salud explica que son víctimas de alguna forma de agresión con una frecuencia casi cuatro veces superior que los chicos que no tienen un síndrome o patología.

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la actualidad los niños con discapacidad son víctimas de actos de violencia 3,7 veces más que los chicos que no tienen discapacidad.
Aquí hay que distinguir a aquellos que sufren violencia física (3,6 veces más) y sexual (2,9 veces mayor). Además los niños que tienen una discapacidad acompañada de una enfermedad mental son los más vulnerables porque sufren violencia sexual con una frecuencia 4,6 veces mayor que sus pares sin discapacidad.
Según este informe -publicado por la revista médica The Lancet -, los factores que determinan que los niños con discapacidad tengan un riesgo mayor de ser víctimas de la violencia son el estigma social, la discriminación y la ignorancia con respecto a la discapacidad, así como la falta de apoyo para las personas que cuidan de ellos.
Los casos de violencia a los que se exponen los chicos aumentan cuando estos son recluidos en establecimiento sanitario. Y es mayor el riesgo cuando tienen dificultades para comunicarse y no pueden denunciar los malos tratos.
Estos datos fueron confirmados por Laura Tribiño -miembro de los padres autoconvocados de Mendoza y mamá de un chico con discapacidad- quien explicó que es una situación que existe y es muy preocupante porque los chicos no se pueden defender.
“Es el miedo que siento con mi hijo, el no saber si le ha pasado algo. Por ejemplo, cuando yo lo reto el nene se queda sin reacción. Eso me causa sorpresa y también me asusto. En este sentido, creo que los institutos de rehabilitación o centros de día deberían ser abiertos para que el papá vea si ocurre alguna irregularidad”, señaló Tribiño.
En tanto, Germán Ejarque, presidente del Consejo Provincial de Discapacidad, aunque admitió no estar al tanto de que esto suceda con tanta frecuencia como menciona el informe opinó que en estos casos la mayor barrera a superar es la actitudinal: “Hay que tratar de aceptar las diferencias, porque tratar de normalizar a la fuerza puede llegar a generar un contexto de violencia”.

Los motivos
La psicóloga Eugenia Santín explicó que hay que diferenciar dos situaciones. Primero la de los papás que se enteran antes que su hijo va a nacer, o en el nacimiento mismo, con algún síndrome o patología ya que estos se encuentran más preparados.
Por ejemplo, es el caso de aquellos chicos que nacen con síndromes genéticos, agenesia del cuerpo calloso o síndromes autistas. “Pero hay trastornos como el generalizado del desarrollo que se los confunde con desórdenes de conducta o períodos de hiperactividad de los chicos. Y muchas veces el diagnóstico correcto se da después de muchos años”, informó la especialista.
Y es en el segundo caso cuando los chicos son más propensos a recibir actos de violencia. Ésta puede ser física, emocional, verbal y sexual o bien una combinación de ellas. Según la psicóloga, en lo físico es muy común que los chicos sufran zamarreos o tironeos y que cuando son bebés, no se les ponga correctamente el pañal.
En cuanto a la violencia emocional, el abandono es el principal signo distintivo. “Les ponen la tele y los dejan solitos. O los papás tienen vergüenza de salir a la calle con su hijo porque también se sienten discriminados por otros”, describió Santín.
En cuanto a lo verbal, lo típico son los gritos o las órdenes con malas maneras: “Hay que tener en cuenta que los padres pueden sufrir desbordes emocionales -derivados de la presión de los médicos y terapeutas, por ejemplo- y que la falta de información hace que ellos no se vinculen con su hijo discapacitado de acuerdo a la problemática que tienen”.
En la violencia sexual, la psicóloga explicó que hay considerar que el primer ámbito donde hay que poner el foco es en los allegados al chico. Según ella, los casos más comunes no son sólo aquellos donde hay contacto físico, sino también cuando hay exposición de los chicos a situaciones de pornografía.
Ejarque por ejemplo recordó: “Me han contado personas mayores sordas que cuando eran chicos los ataban para que no usaran las manos; como obligándolos a que emitan palabras. Son casos concretos y aberrantes”.

Razones históricas
Para Tribiño, los motivos de la violencia contra los chicos -y en general- hay que encontrarlos en la historia. Tal como explicó, en un comienzo a las personas con discapacidad se los marginaba sin miramientos y se los condenaba a la muerte. Más adelante, con el cristianismo, llegó la compasión, aunque se los escondía de la sociedad, para que estos no fueran vistos.
Luego, asumieron el rol de mendigos, y se tomó a la discapacidad  como un trabajo. “Después eran llevados a los circos para como un objeto de burla para que la gente se entretuviera”, informó Triviño. Hace unos 20 años el concepto cambió y evolucionó. “Ahora no hay tanto rechazo, la persona logró imponerse y respetamos su espacio”, detalló.
Pero Triviño explicó que las formas de violencia son múltiples. Por ejemplo, cuando a las personas con discapacidad no se les permite realizar una rehabilitación correcta, cuando no se les da de comer o cuando el gobierno no reconoce sus derechos.  

Violencia a los acompañantes
Tribiño aseguró que quienes defienden a las personas con discapacidad, en este caso a su hijo y a los de los papás autoconvocados, también sufren violencia por parte de la sociedad. “Nos tratan como locos por defender los derechos de nuestros hijos. Por ejemplo, por cuidar el estacionamiento de su hijo discapacitado a una señora la trataron de tarada”, indicó.
Por su parte, la psicóloga Santín aseguró que los padres de un niño con discapacidad están acostumbrados a las quejas de otros padres: “Por ejemplo, en un pelotero hay niños que por su patología son agresivos y esto hace que los papás de otros nenes se quejen”.
Por eso es que la especialista explicó que muchas veces los niños no pueden formar parte de la sociedad porque es esta misma la que los margina. “Pero tampoco hay que victimizar al chico, porque esa es una clase de violencia”, puntualizó.

Fuente: Los Andes

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