El abogado y especialista en temas tributarios Aníbal Bertea aseguró que las comunas necesitan más fondos para poder cumplir con las atribuciones que les imponen. Dijo que en Argentina existe un nuevo modelo de reparto del dinero público a las provincias y afirmó que no existe un prototipo ideal.
Aníbal Bertea es abogado y especialista en temas tributarios. Es asesor de la Comisión Federal de Impuestos y de la AFIP y miembro de la Asociación Argentina de Estudios Fiscales. Desde hace varios años dirige el sitio web Federalismo Fiscal, donde recoge y analiza información sobre el reparto de fondos hacia las provincias.
En diálogo con E&E, el especialista se refirió al régimen de distribución argentino. Dijo que varió en el último tiempo y que no debe considerarse sólo la coparticipación. Apuntó como debilidad el financiamiento de los municipios, que, señaló, deberían tener más posibilidad de tributar.
¿Cómo ve en este momento el régimen de reparto de impuestos a la provincia?
Hace varios años que vengo diciendo que el paradigma del federalismo fiscal en Argentina ha cambiado mucho. No es el que uno puede visualizar a través de la Ley de Coparticipación, sino que también hay que incorporarle transferencias que técnicamente se llaman “condicionadas”, que son recursos del gobierno nacional que se transfieren a las provincias y en algunos casos también a los municipios, en forma directa. Son recursos del Tesoro que suelen ir a obras. Se ven los carteles “Argentina crece” en distintas localidades. Ese mecanismo de transferencia que no es ni bueno ni malo en sí mismo –algunos países lo tienen- es algo que ha configurado otro esquema de federalismo fiscal que no es exclusivamente el de coparticipación federal. Ese cambio tenemos que comprenderlo.
Una de las críticas que se suele escuchar es el tema de la discrecionalidad en el envío de fondos…
Los abogados tenemos una expresión muy técnica y específica cuando hablamos de “discrecionalidad”, que no es sinónimo de “arbitrariedad”. La ley le autoriza a un funcionario público a establecer cuál es el modo, los criterios de oportunidad, mérito y conveniencia, para ejecutar una obra. Si el Congreso de la Nación vía ley de presupuesto autoriza eso, y después también autoriza al jefe de Gabinete a cambiar las partidas, toda la actividad después se hace discrecional. Esto no significa que sea arbitrario, que implica la no existencia de una ley. Los fondos se distribuyen de forma automática por la Ley de Coparticipación. Eso es automático y gratuito. Nada tienen que hacer los ministros de Economía de cada provincia para ver después de las tres de la tarde cuánta plata de acreditó en la cuenta que tiene abierta en el Banco Provincia. Esto viene así desde 1935. Ahora bien, fuera de ese régimen han crecido en los últimos años una serie de transferencias que, o las ejecuta Nación, o las provincias pero con ciertos condicionamientos. Un ejemplo es el fondo sojero: un recurso del gobierno federal que toma de los derechos de exportación y que decidió darle un 30% al conjunto de provincias que incluye a las provincias con la condición de que no lo apliquen al gasto corriente y que a su vez repartan un 30% a los municipios.
¿Cómo analiza ese esquema? ¿Conviene algo más centralizado o el actual donde hay muchos conceptos por afuera de esa ley?
El sistema, en tanto funcione, no es ni bueno ni malo en sí mismo. Si uno entra en la Oficina del Tesoro de Estados Unidos y ve la cantidad de programas federales que van directamente a los ciudadanos se sorprendería. Hay miles de programas. Y no puede decirse que Estados Unidos esté desequilibrado internamente. Lo que yo creo es que el sistema nuestro ha cambiado y hay que comprenderlo. Sí hay cosas que mejorar, como el financiamiento municipal, que está muy desbalanceado.
¿En qué sentido?
Los municipios tienen una cantidad muy importante de funciones y atribuciones asignadas por Constitución. Es imposible que las puedan solventar con la especie de los tributos que le quedan, que son las tasas municipales. No pueden aplicar impuesto para no entrar en pugna con la Coparticipación. Entonces, como no tienen posibilidad de crear impuestos nuevos, les quedan sólo las tasas, que están acotadas porque responden sólo a servicios prestados. A su vez, su monto tiene que tener una relación más o menos equilibrada con el costo del servicio. Entonces, ¿qué le queda a los municipios? Hay una de las constituciones que tiene 52 incisos de funciones para los municipios. Es imposible prestarlas con tasas municipales.
Acá tenemos un municipio, el de Neuquén capital, que está por emitir bonos. ¿Existe una complicación de caja de varios municipios?
Sí. Conozco alguna situación particular del municipio de Córdoba por ejemplo, que está devolviendo una tasa que cobró por años y que fue considerada inconstitucional. Se encuentra entonces con un bache financiero impresionante, que no sé cómo lo estarán solucionando.
¿Cuál sería el camino para cambiar esta situación?
Hay que darle más facultades de carácter impositivo. Hoy están encorsetados y no pueden salir. Tienen que tener más posibilidad de acceder a un impuesto parecido a Ingresos Brutos, que esté bien controlado, bien armonizado, pero que no sean impuestos disfrazados de tasas. Tiene que tener alguna especie tributaria más importante. Después, los municipios que no lo hacen tienen que recurrir a las contribuciones por mejoras. Hay que pagar el beneficio que obtiene el rentista, el vecino de la obra pública que se realice. Es algo que en Argentina está olvidado.
¿Cómo ve los reclamos que hace Córdoba a Nación?
Lleva adelante dos reclamos. El del traspaso de cajas a Nación, que Córdoba no pudo hacer. Ahora reclama que le compense el déficit con recursos del Tesoro nacional, un compromiso que se había asumido en la medida en que se armonice el sistema de la provincia con el de Nación. Eso por un lado; por el otro, se denunció el pacto fiscal de 1992 mediante el cual las provincias contribuyeron con la detracción del 15% de los impuestos antes de la coparticipación para enviar eso a la caja de Anses. Córdoba rescindió ese pacto y pide a Nación que cese en la detracción de ese dinero. Hay que ver cómo sigue esa historia.
Hay otros países que tienen otros sistemas de reparto de fondos. En Brasil, por ejemplo, es al revés: los estados federales son los que giran el dinero a Nación. ¿Existe alguno mejor que otro?
No, yo creo que cada país tiene el propio porque es un traje a medida. Hay razones históricas que influyen en esto. Brasil se constituye en una federación, con un acuerdo de caballeros. Nosotros terminamos en un Estado federal después de no sé cuántos años de guerra y con un país empobrecido. Inclusive para que se incorporara Buenos Aires hubo que ganar una batalla. El federalismo fiscal es un traje a medida: le sirve a unos y a otros no. Nosotros tenemos un régimen de coparticipación que nación en 1935, inspirado en modelos extranjeros, pero después se hizo de acuerdo a nuestra cintura y a nuestro sistema constitucional federal propio. No se puede transportar exactamente todo.
Fuente: La Mañana
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