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1 de Abril de 2012 - Río Negro

Río Negro-Desde el poder formal hacia el poder real

Por Omar N. Livigni

“Una cosa se dice en la plaza y otra en palacio”, según anotó Nicolás Maquiavelo refiriéndose a los políticos, en una de sus obras menos conocidas, “Discursos sobre la década de Tito Livio", siempre con la clara intencionalidad de resaltar todo lo que es útil al gobernante para conservar el poder.
Aunque la frase viene de tiempos tan remotos, muy bien podría adaptarse a recientes declaraciones del gobernador Alberto Weretilneck, quien reveló primeramente que los conflictos internos del justicialismo perjudicaban su administración, destacando en cambio las excelentes relaciones existentes ahora con el partido mayoritario de la coalición que ejerce el gobierno.
Así como había anticipado la posibilidad de efectuar cambios en su elenco de funcionarios si no se producía un ordenamiento en la interna del oficialismo, rechazó ahora la eventualidad que algo así pudiera suceder, alegando “no tener problemas con nadie”.
No cabe otra interpretación que esta última referencia apuntó a la persona del vice gobernador Carlos Peralta, quien cuestionó sus facultades constitucionales y capacidad política para disponer cambios en forma unilateral y sin consulta previa. Más allá del renovado apoyo del senador Miguel Pichetto, a quien identificó como su principal referencia en el ámbito del peronismo, Weretilneck se reconcilió velozmente, si hacía falta, con el titular de la legislatura, mediante el inusual gesto de un beso lanzado a distancia en Cervantes y otras actitudes de confraternidad en actos y ceremonias.
Estas flagrantes contradicciones, muy bien podrían inscribirse en lo que habitualmente se denomina el ejercicio del derecho de defensa propia, posición intrínseca de un dirigente elevado súbitamente a la primera magistratura y que trata en el trabajo día a día, consolidar un poder retaceado o condicionado, que encontró sin beneficio de inventario.
Weretilneck, pese a todas las dificultades, está efectuando el tránsito desde un poder formal que heredó, a un poder real que necesita imperiosamente una construcción compleja de arquitectura política que, además de talento necesita aliados.
Sin dudas, el principal compañero de ruta, defensor y garante del actual capítulo institucional que vive Río Negro es el senador Miguel Pichetto, que en su carácter de titular del PJ aportará la dosis necesaria de energía política proveniente de la estructura peronista, de intendentes y legisladores para conformar un eje común, en un momento de excepción.
Pichetto es un dirigente que está fuera de discusión, se coincida o no con él, que ha cumplido el “cursus honorum” desde el humilde cargo de concejal, jefe comunal, legislador provincial y nacional, y hoy jefe de la bancada en la cámara alta del FpV.

EL PODER VIEJO Y EL PODER NUEVO
Esta dualidad entre el poder real y el poder formal, tiene como uno de cuyos ejemplos históricos mas representativos aquella formulación de “Campora al gobierno, Perón al poder” de 1973, cuando la renuncia obligada del “Tío” posibilitó que el entonces exilado en Puerta de Hierro, resumiera en su persona ambas variables del poder en un unicato omnímodo e indiscutido, y con elecciones mediante asumiera por tercera vez la presidencia de la Nación, hecho inédito en la historia argentina.
Pero junto a estos elementos hay otros, que se replican también en el complejo escenario rionegrino, donde además se presenta la vieja antítesis entre el poder viejo y el poder nuevo, cuya convivencia por lo general tiene un plazo definido y efímero, no es para siempre.
Los griegos, expertos en estos procesos, invocaban para estas coyunturas a dos divinidades para que los iluminen, Adeona y Abeona, las diosas del irse y del llegar.
Cabe recordar que los gobiernos radicales en Río Negro no pudieron escapar al imperio de las circunstancias, y en estos intermedios entre una y otra administración, así como los “masaccesistas” nunca cultivaron buenas migas con los “veranistas”, ellos tampoco lo hicieron con los “saizstas”, y estos últimos actuaron a la recíproca con sus antecesores a pesar a de pertenecer al mismo partido.
No fue una sorpresa entonces, que los tramos generales de este panorama surgieran también en el justicialismo, especialmente después de la trágica desaparición del gobernador Carlos Soria, un dirigente con todas las características de un caudillo – jefe, con presencia, estilo definido, con gravitación y dueño de un cautivante carisma, sobre quien recayó naturalmente la suma del poder real, sin cortapisas.
Nadie dudó nunca, hasta sus adversarios, que en su persona exclusivamente, residía el poder real y formal, todo el poder, antes y después de las elecciones del septiembre.
Y así fue desde el sillón mayor del Poder Ejecutivo, en la casa de gobierno hasta su misma muerte. Su deceso inesperado produjo un tremendo vacío que no pudo colmarse con la respuesta constitucional de la acefalía, ni con la prolija transición protagonizada por el ex vice y hoy actual gobernador Weretilneck.
Tal vez por eso aun hoy preguntan sobre esa vacancia, que todavía no se puede responder. Como por ejemplo ¿Quién manda hoy en Río Negro?

LA FATALIDAD HISTORICA: “A MUERTO EL REY, VIVA EL REY”
Alberto Weretilneck tiene una tipología distinta a la de Soria. No es sanguíneo ni temperamental, pero hubiera sido un excelente compañero de fórmula del extinto.
Aporta prudencia y serenidad en el análisis, y un modo mucho mas mesurado para recorrer las complejidades del accionar político, hacia dentro como hacia fuera del gobierno y del FpV.
Pero como acontece en esta crisis, término entendido como etapa de cambio, el hecho singularísmo y paradojal que el justicialismo después de 32 años en el llano halla perdido su líder a pocos días de asumir, y el poder derivó en otro dirigente que integraba la fórmula para cumplir otro rol, provocó un sismo en el ámbito del oficialismo partidario.
Aún hoy se observa en ese plano, un proceso de lenta metabolización de lo ocurrido.
Resulta difícil asimilar la desaparición de Soria en un escenario distinto al que tuvo vigencia hasta aquel fatídico 1º de enero en la chacra de Paso Córdoba. Tal vez el principal sea el capítulo postrero que marca la historia cuando a un jefe le llega su última hora y la realidad obliga a asumir que “a rey muerto, rey puesto”.
Solamente la figura puramente mítica del muy español Ruy Días de Vivar, el Cid Campeador, ha logrado cabalgar y obtener victorias después de muerto.

LAS PUJAS INTERNAS Y LOS PROYECTOS POLÍTICOS
Hoy gobierna Alberto Weretilneck con todos los atributos y prerrogativas del cargo devenidos de la Constitución, pero carece todavía de aquel poder que desciende del consenso y del ejercicio efectivo del mando, que va ganando poco a poco con gran esfuerzo.
Muy bien se ha dicho que el poder como la libertad no se imploran, se toman, y esa es la misión a cumplir por un gobernante con vocación, y celoso de su autoridad.
Y debe hacerlo en un marco escénico complicado ya que hay dirigentes del justicialismo, en sus distintas variantes, entre ellos algunos adscriptos al “sorismo” que, ahora desprotegidos, están viendo avanzar el poder nuevo que se consolida por la propia gravitación y dinámica de los hechos.
El ejemplo mas claro fueron las últimas designaciones entre ellas, la del presidente de Horizonte Seguros S.A., Leandro Gómez, y el del tesorero General, Isaías Kremer, dos hombres del mismo riñón de Weretilneck, que para imponerlos tuvo que vencer tenaces resistencias. Fiel a su estilo, supo apretar con guantes de terciopelo.
En la ceremonia, el dato político fue la presencia allí del senador Miguel Pichetto.
Como contraposición, al acto de jura cumplido en la legislatura, del contador Juan Huentelaf y los otros integrantes del Tribunal de Cuentas, la presencia destacada fue la de Martín Soria. Como no podía ser de otra manera, dos de los funcionarios juraron entre otras convicciones, por la memoria de Carlos Soria, dejando sentada otra diferencia con el tono oficial.
Muchas de las marchas y contra marchas que se le pueden inculpar a la administración provincial, así como algunos bolsones de llamativa ineficiencia, como pueden ocurrir en el área de Obras Públicas, se han debido a pugnas subterráneas por orientar la acción del gobierno en uno u otro sentido, incurriendo en desaciertos o demoras infundadas.
En el marco de esta lucha, silenciosa y sin cuartel, se imponen los problemas políticos por la intransigencia primigenia en los alcances de la “ley de disponibilidad”, posteriormente flexibilizada para descomprimir el conflicto generado con el sector público y, la elevación del piso para el pago a proveedores, autorizándose la cancelación de obligaciones hasta 50 mil pesos, y otras cuestiones por el estilo.
Una de las preguntas que se conjugan en los distintos niveles del justicialismo es si hay un acuerdo celebrado entre el gobernador Weretilneck y el senador Pichetto, entendido como una sintonía entre el gobierno y el Partido Justicialista, para garantizar la tan mentada estabilidad institucional, y la correspondiente gobernabilidad.
No faltan quienes mencionan lo que podría constituir además, una serie de coincidencias entorno a un proyecto político que se extendiera en el tiempo, y contemplar alternativas para los desafíos electorales del 2013 y 2015.
Fechas que están comenzando a desvelar a más de un encumbrado dirigente y otros que no lo son, que buscan ubicarse por anticipado en el siempre complicado damero justicialista.
Generalmente los dirigentes que no resulten beneficiarios de los pactos o los acuerdos, recuerdan la palabra “contubernio” acuñada por Hipólito Irigoyen después del arreglo entre Mitre y Roca, y le otorgan siempre un sentido pecaminoso y denigrante de componenda. Claro, que resultan un compendio de ética y honestidad, si el susodicho acuerdo, arrima agua para su propio molino.
En este contexto puede analizarse finalmente, cual fue la razón de las últimas declaraciones del gobernador Carlos Peralta, que reflotó con efecto retroactivo el comentario de Weretilneck sobre las posibilidades de cambios, negándole públicamente facultades para adoptar decisiones en aquel sentido.
¿Las declaraciones estuvieron dirigidas contra el gobernador, o por elevación a su más directo apoyo, el senador nacional Miguel Pichetto?
Las especulaciones tienen validez porque en el quehacer político, no son comunes los repentinismo y mucho menos las casualidades. Al contrario en política son determinantes las causalidades.
En los distintos corrillos del justicialismo con epicentro en Viedma, se escuchan comentarios más o menos fidedignos sobre las variantes que rondan en el espacio político del PJ.
Los puntos de vistas diferentes también se exteriorizan en el variopinto bloque de legisladores. Durante la misma jornada en que aparecieron las polémicas declaraciones del gobernador Peralta, opinaron a favor y en contra de brindar su apoyo al gobernador Weretilneck, en la misma línea conceptual de los juicios expresados por el senador Pichetto.
El resultado, después de discusiones de fuerte tono, fue un comunicado muy módico, tanto en su contenido como en su extensión, donde se quiso quedar bien con el dios y con el diablo, y en definitiva, mal con todos los sectores.
Otras de las especies echadas a correr, es que el vice gobernador Carlos Peralta, cada vez con mayor presencia en la vida pública, tendría la intención de convertirse en el “primus interpares“de una estructura política con base en sectores del “sorismo”, entre otros, independientemente del proyecto que orienta Martín Soria, intendente de General Roca y titular de la liga de jefes comunales del FpV.
Peralta intensificó su actividad recorriendo sin descanso la provincia, visitando municipios, entidades intermedias, hospitales y barrios, cultivando presencia y diálogo con todos los sectores.
También ha dejado claro que es un vice gobernador que funcionará fuera del palacio legislativo, y su aspiración no es otra que consolidar un factor de poder, y apunta a lograr un sitial de privilegio en la mesa chica donde se agotan las grandes decisiones.
Un vice gobernador movedizo y militante, ha despertado miradas escrutadoras de todos aquellos atentos del hasta más mínimo movimiento de lo que ocurre en el PJ.
En forma tácita, como expresa, y bajo sus más variadas apariencias, los alineamientos internos no se dan tregua y reconocen picos y mesetas, y hasta a veces producen ruidos, como dijo una vez Weretilneck, aunque ahora quince días después al gobernador, el nivel de audio le parezca imperceptible. Pero aquí, se da como en el caso de las brujas “no existen, pero que las hay, las hay”.
Es lo mejor que puede sucederle al joven mandatario si las cosas se atemperan, porque facilitarán la consolidación del poder real que está buscando, y le permitirá conducir el timón del estado hacia un rumbo cierto y sin sobresaltos.
Otro intríngulis es, lo que acontecería si la paz idílica entre el justicialismo y el gobierno –según Weretilneck- se interrumpe y vuelven a las andadas las declaraciones periodísticas que se efectúan sin agotar las instancias de diálogos previas sobre el tema que se trate, antes de acudir a la espectacularidad mediática.
En ese caso, afirmó una alta e inobjetable fuente el recambio no será parcial, sino que le gobernador está dispuesto a efectuar una tarea de limpieza, pero a fondo.
La interna del justicialismo rionegrino es asimilable a lo que algunos sociólogos y politólogos denominan como “casos de conflicto histórico”. Se trata de una realidad que no es lo que parece y es comparable con el fenómeno visual del espejismo. En todo hecho de camuflaje o conflicto histórico hay dos realidades que se superponen: una efectiva y sustancial, y otra accidental y de superficie. Por entre ellas discurren y serpentean las grandezas y miserias de las compulsas intestinas, que también hacen a la vida misma de los partidos políticos, como instituciones vivas e intermediarias entre el poder y la sociedad.

Fuente: APP Noticias

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