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19 de Agosto de 2011 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Caba-Volver al 73: la ilusión K de, a lo Perón, agrandar la ventaja

Los augurios de superar el 50% y el antecedente Cámpora-Perón.

La cautela que pidió Cristina de Kirchner y la táctica «wait-and-see» para esperar y ver cómo reaccionará la oposición ante la estruendosa victoria del domingo no lograron inhibir que dirigentes K de múltiple origen, en público o en privado, hablen de un mejor resultado el 23 de octubre.
Amado Boudou, ministro y candidato a vice, el diputado ultra-K Carlos Kunkel, gobernadores como el pampeano Oscar Jorge, entre otros, explicaron, en algunos casos, elípticamente y, en otros, sin velos, que Cristina de Kirchner mejorará, en la general, su performance respecto de la primaria.
En Casa Rosada, y en particular en Olivos, esa atmósfera de acceso restringido, hay cálculos al respecto de que, en algunos casos, hablan de que la Presidente tendrá, en la próxima votación, un piso de «55 puntos», al menos 5 por encima del 50,07% del último domingo.
Exponen diferentes argumentos, pero se apoyan, en especial, sobre un doble factor: la debacle opositora y la tendencia, ante un resultado puesto, de «votar ganador». Como presumen que habrá una dispersión de los anti-K, interpretan que mejorará la performance del FpV.
Hay un antecedente de una elección presidencial inmediata a la otra. Ocurrió en 1973. El 11 de marzo de aquel año, Héctor Cámpora derrotó a Ricardo Balbín con la consiga «Cámpora al Gobierno, Perón al poder». Renunció menos de dos meses después y convocó a elección.

Cambio de vice
El 23 de septiembre, la fórmula Perón-Perón, integrada por el expresidente y su esposa, María Estela Martínez, «Isabelita», volvió a batir al radicalismo que insistió con la candidatura de Balbín, aunque cambió de candidato a vice: en marzo fue Eduardo Gamond y en septiembre se hizo flanquear por Fernando de la Rúa que meses antes había sido el único opositor que ganó un distrito: Capital Federal.
Aquel episodio invita a las comparaciones. Cámpora, escoltado por el conservador Vicente Solano Lima, obtuvo 5,9 millones de votos a favor y logró el 49,5%. Estaba vigente el balotaje y por la diferencia, y la mínima distancia del 50%, Balbín desistió de ir a segunda vuelta.
En septiembre, ya con Perón como candidato, el Frejuli capturó 7,4 millones de votos y consiguió el mayor porcentaje de la historia de un presidente, desde la vigencia del voto secreto: 61,85%. Por entonces, el fundador del PJ instauró la primera colectora de la que se tiene registro: el FIP de Jorge Abelardo Ramos aportó a la fórmula Perón-Perón algo menos de 900 mil votos.
Es inevitable, desde la óptica de un ultra-K que supone que el 23 de octubre el porcentaje que obtendría Cristina de Kirchner sería mayor que el del 14 de agosto, proyectar aquella misma situación, aunque puede parecer un exceso -a pesar de lo cual no faltará quien lo estime- que la Presidente supere el 60%.
Hay matices puntuales entre el 73 y la actualidad. Uno de ellos, específico, tiene que ver con la reducción de las ofertas y con la adhesión que consiguió Perón que antes no había logrado Cámpora, factor político que desdibujó al presidente efímero, hasta que lo recuperó la juventud gerencial K.
Cámpora, nacido en Mercedes, pero luego instalado en Giles, tuvo que dividir votos con otras ofertas de izquierda o centroizquierda. En particular, la que encabezó Oscar Alende, con Horacio Sueldo como candidato a vice, por la Alianza Popular Revolucionaria que luego no se presentó en septiembre.

Deserciones
El Frente de Izquierda Popular (FIP) de Abelardo Ramos también había competido suelto en marzo, con un resultado magro -menos de 50 mil votos-, pero luego sumó al binomio Perón-Perón.
En concreto, de nueve candidatos que hubo en marzo, se pasó a cuatro en septiembre, mediante deserciones y fusiones que no se dieron sólo en beneficio del peronismo: Américo Ghioldi, por caso, desistió para beneficiar a Balbín, mientras que Francisco Manrique, candidato de la Alianza Popular Federal, de abierto perfil antiperonista, sumó como vice para septiembre al brigadier Ezequiel Martínez, el candidato oficial del onganiato que en marzo había tenido un pésimo resultado, a pesar de ser respaldado por todo el aparato estatal.
Mediante esas fusiones, Perón mejoró en casi 1,5 millón de votos a Cámpora, Balbín se superó a sí mismo y saltó de 2,5 a 2,9 y hasta Juan Carlos Coral, el histórico dirigente trotskista, candidato del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), luego renombrado como Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) -sigla que preserva en estos días en que ubicó a Cristian «Chipi» Castillo como vice de Altamira-, creció entre marzo y septiembre: de 73 mil votos a 188 mil.
Un signo de los días, la única fórmula que reculó -quizá porque antes había sido nutrida por sectores peronistas que no soportaban a Cámpora- fue la de Manrique, que pasó de 1,8 a 1,1 millón de votos.
La teoría de la historia cíclica tendrá, en octubre, otra demostración o refutación fáctica. Aunque ahora se trata del mismo candidato oficial, Cristina de Kirchner, puede servir como registro para la oposición y poner en duda el supuesto de que reducir la oferta opositora en octubre no necesariamente reducirá el porcentaje de votos de la Presidente. 
 
Fuente: Ámbito Financiero

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