Viernes 09 de Mayo de 2025
8 de Agosto de 2011 - Córdoba

Córdoba-Análisis de la elección de gobernador

Las columnas de Sergio Suppo, Roberto Battaglino, Eduardo Bocco, Julio C. Perotti, Virginia Guevara, Juan Turello, Laura González, Adrián Simioni, Franco Piccato.

Ganar, seguir, ganar, seguir, ganar, seguir
La raíz central del triunfo delasotista está en dar una idea de gobernabilidad que contrastó con las debilidades que Luis Juez nunca terminó de ocultar. Sergio Suppo.
Seguir, no arriesgar, cuidar y dejar las cosas como están, renovar el crédito al que estaba y regresó sin haberse ido nunca. El inconfundible sentido continuista del voto de los cordobeses relegó cambios y audacias, atajó apuestas sin garantías y hasta frenó promesas de recuperación presentadas bajo formas tranquilas y tradicionales.
El rotundo triunfo de José Manuel de la Sota es para dejar las cosas como están. En el mejor de los casos, para mejorarlas sin cambiar la dirección en que están siendo dirigidas desde mediados de 1999.
Las cifras que anticiparon los sondeos extraoficiales (pero que tardaban penosamente en aportar los escrutadores judiciales) son tan amplias que hasta alcanzaron para acelerar el lanzamiento de De la Sota a la grilla de los presidenciables.
El viejo sueño del tres veces gobernador (cifra sólo alcanzada por Eduardo Angeloz en la historia democrática de Córdoba) de llegar a la Casa Rosada fue expuesto anoche sin eufemismos en su discurso.
El regreso de un dirigente que no cree en otro alineamiento nacional que en el que pueda encabezar él mismo es un signo más de las oportunidades que, con sus errores, Cristina Fernández está abriendo, elección a elección, a los que sueñan con sucederla.
El De la Sota amable y pacífico que se presentó durante la campaña sirvió para castigar las formas vehementes de Cristina y su gobierno. Como ocurrió en Santa Fe con el abultado y sorpresivo voto a Miguel del Sel en zonas rurales, las principales diferencias del PJ fueron obtenidas en los sectores donde hace tres años el conflicto agropecuario abrió heridas irreparables.
Hasta allí el condimento nacional, más el dato de la continuidad que está alcanzando la mayoría de los gobiernos provinciales.
El capítulo nacional, lejos de cerrarse, apenas si queda abierto y expuesto a idas y venidas, entre la expectativa de De la Sota de proyectarse al país y la necesidad de gobernar una provincia condenada a ser auxiliada por fondos nacionales. ¿Será De la Sota un aliado de Cristina luego de haberla evitado durante la campaña, para que no le espantara votos? Es una pregunta que tardará apenas horas en responderse.
Pero conviene no desorientarse. De la Sota no ganó sólo por diferenciarse de Cristina. La raíz central de su triunfo está en dar una idea de gobernabilidad que contrastó con las debilidades que Luis Juez nunca terminó de ocultar.
El ex intendente fue derrotado por la habilidad para regresar de De la Sota y presentarse como continuador de Juan Schiaretti. Pero el desbarranque de Juez se explica más todavía por su incapacidad para superarse a sí mismo tras su mediocre paso por la Municipalidad de Córdoba.
El avance peronista en la Capital, el bastión juecista desde 2003, se explica por las obras de Schiaretti, pero también por una valoración negativa hacia el Juez intendente, que el tiempo se encargó de acrecentar. Dos años atrás, en los comicios legislativos, los votos a Juez ya habían mermado.
Ahora, en la última semana de la campaña, cuando Juez intentó forzar una polarización entre él y De la Sota, la respuesta de los vecinos capitalinos fue correrse masivamente en favor de su adversario. Juez buscó votos radicales e independientes que fugaron de Oscar Aguad, pero para refugiarse en De la Sota.
El acercamiento de De la Sota a Juez en la ciudad de Córdoba y alrededores aseguró una diferencia notable, que eleva el resultado a la categoría de triunfo plebiscitario de un ciclo político que acumulará cuatro mandatos consecutivos.
El achicamiento en la Capital tiene un soporte igualmente notable que el peronismo viene acrecentando en las últimas cinco elecciones: el interior.
Es ahí donde los intendentes peronistas mandan con comodidad y los intendentes radicales gobiernan sin ser molestados por la gobernación del PJ. Es en esos pueblos y ciudades donde Juez sigue sin entrar, a tono con un armado político apenas sostenido por su personalidad de opositor a De la Sota.
La polarización que sacó a Juez de la cancha provocó estragos mayores en el radicalismo, que como en 2007, ahora con Aguad, quedó excluido de la pelea y relegado a un tercer lugar que llega a poner en riesgo su gran apuesta de recuperar la Municipalidad de Córdoba, con Ramón Mestre. Pero esa será otra elección y tal vez otro escenario.
La madrugada se metía en las entrañas de Córdoba bendecida por un resultado amplio y aceptado. Fue una suerte. Esos números sobreentendidos ocultaron la desastrosa organización de la elección, el penoso recuento y el equivocado uso de la boleta única.

El éxito de que el sistema no incida en el resultado
El mejor de los escenarios para el debut de un nuevo sistema electoral. Como los árbitros que se lucen cuando pasan inadvertidos, el mecanismo de votación resultó neutro en el resultado. José Manuel de la Sota ganó por méritos propios y errores ajenos, pero su triunfo inobjetable no tuvo vínculo alguno con la nueva herramienta electoral.
Los cordobeses eligieron a De la Sota con boleta única y esa voluntad hubiese sido la misma con cualquier otro sistema de votación.
De la Sota vuelve a la gobernación después de haber ganado el centro del ring en la campaña electoral y marcado la agenda y los tiempos, creciendo bastante en la Capital y ratificando supremacía en el interior, sacándole votos a Luis Juez, quien anoche enfatizó la “transparencia” del proceso.
Se transforma en otro prematuro precandidato presidencial para 2015, con una diferencia en el resultado que es lo que permitió dejar en segundo plano las falencias del nuevo sistema y resaltar las virtudes. Voto rápido y sencillo, reducción de incidencia de aparatos, existencia de votos en todas las mesas, entre otros, son los logros.
Los dos inconvenientes más marcados fueron la extrema lentitud para el conteo, con un escrutinio complejo, inversamente proporcional a la simpleza con la que la gente votó, y la confusión de la casilla de “lista completa” con la de “candidato a gobernador”, en la que estaba la foto de los postulantes.
Segundo papelón. Las fallas severas en la carga de datos, por segunda vez consecutiva en una elección a gobernador, quedaron salvadas por lo holgado del resultado y por la madurez de los principales protagonistas. Un escenario reñido hubiese transformado a Córdoba en un escándalo. Repetido papelón del Correo Argentino, que pudo haber dejado a la provincia al borde de una tragedia.

Para corregir
El otro tema por trabajar es la confusión de los dos primeros casilleros. Sería saludable para el sistema eliminar el de “lista completa”, que fue incorporado por los legisladores como una celada para mantener la vigencia de la sábana horizontal. Sin él, se hubiera evitado esa elevada porción de votantes en blanco para legisladores, que distorsiona la voluntad del electorado.
El porcentaje bajo de votos nulos, casi parecido a la media histórica, debe destacarse como una victoria ciudadana de los cordobeses, que mostraron predisposición para aprender.
La limitadísima experiencia piloto de voto electrónico (sólo se usó en La Falda) fue exitosa. Por el funcionamiento y por la celeridad del escrutinio. En la Justicia, consideran que hay que seguir avanzando en forma progresiva y que todavía falta un par de turnos para que el voto electrónico sea total.
Los fondos oscuros. La reforma electoral pasó su prueba de fuego. Le queda, para ser completa, avanzar en serio en las cuestiones sobre la que se legisló de manera parcial y buena parte se suspendió; básicamente, las que aluden al financiamiento electoral.
Se gastaron dineros desproporcionados, asimétricos y, fundamentalmente, muy por encima de los topes legales. El oficialismo volvió a disponer de recursos que ni cerca tuvieron las demás fuerzas. Millones y millones sin control, que alimentan sospechas y que ratifican que los que gobiernan tienen más posibilidades de gastar que el resto.
El otro tema no es legal, sino de cultura política. Deberían venir campañas en las que los candidatos se obliguen a contestar entrevistas, participar en varios debates con sus rivales, responder las requisitorias institucionales, someterse a ciertas miradas y controles ciudadanos. Porque si no lo hacen cuando buscan votos, qué puede esperarse de cuando gobiernen.
Con todo, Córdoba avanzó. Falta corregir bastante. Pero un paso adelante, por incompleto que sea, no deja de ser una buena noticia.

Las dos caras de la derrota del desenfado
La segunda bofetada fue más dura que la primera. La derrota de Luis Juez no admite discusiones y no le deja margen para el pataleo, acción en la que habitualmente se mueve con bastante comodidad.
El peronismo lo derrotó con total contundencia.
La victoria delasotista o, desde otro lugar, la derrota de Juez, tiene una serie de causas.
La primera, probablemente, tenga que ver con que la sociedad del interior provincial no digiere ni el mensaje ni mucho menos el estilo de Juez y sus principales colaboradores.
El Frente Cívico volvió a perder por paliza en el interior, en especial en la amplia “pampa gringa”, a pesar de que el ex intendente de Córdoba había jugado fuerte a favor de los productores durante el conflicto con el campo y sacado algún supuesto rédito ante el rol menos activo del ganador de la elección provincial de ayer.
Juez pensó que a partir de ese momento se provocaba un clic en su inserción en la Córdoba de tierra adentro y ya comenzaría a perforar zonas que van más allá de Capital y el Gran Córdoba.
La “pampa gringa” le volvió a decir no al referente principal del Frente Cívico. Sondeos cualitativos en el interior permiten inferir que el estilo irreverente de Juez, más allá de los chistes, es visto como un gesto antipático, procedente de alguien poco creíble.
Probablemente advertido de esa situación y de que su mensaje rebotaría contra un muro fuera de Córdoba, el candidato opositor intentó cambiar el estilo. Se lo vio muy tranquilo, evitando las peleas y sin opinar sobre cuestiones puntuales en las que el Gobierno provincial y el peronismo estaban involucrados.
El cambio repentino seguramente no fue bien visto en esos votantes que, ante las dudas, decidieron darle la espalda y no salir de las dos propuestas tradicionales, por llamarlas de alguna manera: José Manuel de la Sota y Oscar Aguad.

Lisa y llanamente, no le creyeron.
El otro punto gris para el juecismo es el departamento Capital, donde en otros tiempos arrasaba. Esta vez obtuvo una victoria muy acotada sobre el justicialismo. En el principal bastión del Frente Cívico, ese triunfo bien puede ser interpretado como una derrota, porque aquí estaban centradas las expectativas de Juez para contrarrestar la andanada de votos peronistas del interior. Su ventaja no es la de otros tiempos, cuando arrasaba. Hoy, su performance en la ciudad de Córdoba estuvo muy por debajo de las expectativas. Hace cuatro años, en su pago chico había sacado 52 por ciento de los votos, cuando intentó llegar a la gobernación.
En su segunda incursión en las urnas para ser gobernador, estuvo casi 20 puntos abajo.
Allí hay que buscar el corazón del fracaso electoral. La ciudadanía de la capital provincial no le renovó el crédito al candidato que pasó de ser un personaje desopilante y disparatado a un hombre con gesto adusto y de pocas pulgas. El propio Juez lo advirtió y anoche fue el primero en admitir la dura derrota que le propinó De la Sota, a quien felicitó pero no nombró. Es un rasgo del estilo pendenciero que lleva adentro.
Lo concreto es que la gente no le creyó a Juez. Ni en el interior, ni en Capital. Prometió ser un opositor leal, que es lo mismo que ser un opositor duro. Ese es su lugar, hoy.

La noche en que nació el "cordobesismo" en la relación con CFK
El “cordobesismo”, que De la Sota declaró nacido con su triunfo, será la plataforma discursiva sobre la que se asentará la relación con el poder kirchnerista. Julio C. Perotti.
Todos lo saben. El tercer mandato que José Manuel de la Sota encarará en la gobernación de Córdoba tiene un objetivo claro: avanzar todo lo que pueda para quedar posicionado como presidenciable en 2015.
Ya lo intentó cuando Eduardo Duhalde​ piloteaba la transición poscrisis de 2001, pero el bonaerense puso sus fichas hacia un gobernador ignoto, como era entonces Néstor Kirchner, que se quedó con la presidencia por la defección de Carlos Menem​.
En un peronismo disperso, despreciado por el kirchnerismo salvo que se haya sometido a los caprichos de la Casa Rosada, De la Sota apuesta a convertirse en una referencia nacional.
“El triunfo de De la Sota marca una ostensible diferencia. No es actor, empresario ni deportista. Es el político que procede de la política”, decía anoche en la red social Twitter el escritor peronista Jorge Asís.
El primer paso se podrá observar desde hoy mismo, cuando anuncie a quién avalará el justicialismo cordobés, después del desplante de Cristina Fernández, que le impidió llevar su nombre en la nómina de diputados del oficialismo local que se pondrá a consideración de los cordobeses el próximo domingo.
Si De la Sota levantase su lista para las primarias del domingo venidero, sería una señal clara a favor de Cristina, que demostrará que la disputa en la última semana de campaña fue más ficticia que real.
Pero si mantiene la boleta, como anoche le habría dicho a la propia Cristina, quedará de manifiesto que cualquier acercamiento de otros tiempos forma parte del pasado y que el peronismo de Córdoba queda definitivamente en la vereda de enfrente del kirchnerismo.
Aun con elegancia, parte de esa línea quedó expuesta en el mensaje que pronunció anoche, después del triunfo: “A la Nación le digo que cuenten con Córdoba para unir, no para dividir”.
El “cordobesismo”, que De la Sota declaró nacido con su triunfo, será la plataforma discursiva sobre la que se asentará la relación con el poder kirchnerista.
La segunda cuestión, que comenzará a decantar más tarde, será la relación que mantendrá De la Sota con el gobernador Juan Schiaretti, a quien le heredó el poder y de quien ahora lo recibe.
Es evidente que buena parte del achicamiento de la diferencia que logró el peronismo en la Capital frente a Luis Juez podría obedecer a la acción que Schiaretti desplegó en la Capital, con obras en los cuatro puntos cardinales.
Si se consideran las diferencias de votos con que ganaron, De la Sota le debe más a Schiaretti que lo que el actual gobernador recibió de él en 2007, cuando ganó por muy escaso margen a Luis Juez, en aquella elección de escrutinio controvertido.
En el reparto de poder previo a estas elecciones, Schiaretti logró imponer la fórmula para la intendencia de Córdoba, con Héctor “Pichi” Campana y la esposa del gobernador, Alejandra Vigo, pese a que el delasotismo hubiese preferido otro binomio.
Tal vez sea apresurado hablar ahora de un “poder bicéfalo” dentro de Unión por Córdoba, pero está claro que, por deber de lealtad a lo que le aportó al triunfo, De la Sota no podrá excluir a Schiaretti de muchas decisiones partidarias.
Quedará para el análisis posterior la estructuración de la campaña de De la Sota, que lo mostró ausente fantasmal en la cartelería y a la vez remiso a confrontar opiniones en los medios de comunicación. Pero es seguro que el triunfo convertirá el interrogante del candidato ausente en una cuestión abstracta.
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Una derrota que alarma de cara a las municipales
Aguad tuvo que remar contra la tendencia a la caída de su partido y contra el desconocimiento de su propia figura.
En cuatro años, cambió poco y nada en el escenario del radicalismo cordobés. Oscar Aguad obtuvo ayer unos pocos votos más que los que 
en 2007 había sacado Mario Negri. La idea de que ese había sido el piso, de que sólo quedaba la posibilidad de crecer y de que ésta era la gran oportunidad de hacerlo, se desvaneció en el instante mismo en que se conocieron las encuestas a boca de urna.
Para peor, la nula recuperación de votos en la Capital anoche encendió todas las luces de alarma respecto de una partida que los radicales ya suponían ganada antes de ver las cartas: la de intendente de la ciudad de Córdoba.
La pregunta que por estas horas desvela a todos en la Casa Radical es cuánto impactará la derrota de Aguad –que nadie auguraba de semejante magnitud– en las posibilidades de Ramón Mestre para la Intendencia.
Las elecciones municipales son en 40 días y ayer la UCR sacó en Capital un porcentaje todavía menor que el del resto de la Provincia.
Mestre fue el primero en 
salir a ofrecerle “su apoyo” a José Manuel de la Sota, como si lo necesitara después del aluvión inesperado de votos que recibió ayer. Los radicales se tranquilizan con la idea que el triunfo de Unión por Córdoba le resta chances a la candidata a intendenta Olga Riutort, la única contrincante que de momento los preocupa. Pero no consideran aún la chance de que el triunfo genere un 
corrimiento importante a la fórmula de Oscar Campana y Alejandra Vigo de Schiaretti. Sin dudas, las que vienen serán cinco semanas arduas para Mestre.
Oscar Aguad vivió una campaña cuesta arriba y tuvo que remar contra tres condicionantes muy potentes. El primero fue el de su propio partido, que viene perdiendo elecciones por un margen creciente desde 1998 y que no logró recuperarse nunca del golpe tremendo que le propinó la irrupción del Frente Cívico, en 2003.
El segundo fue el enorme desconocimiento de su figura por parte de un electorado que no tuvo muchas ganas ni gran necesidad de buscar caras nuevas. Aguad debió pelear a destajo contra el anonimato en el interior provincial y primó la percepción de que esa tarea de recorrer, estar cerca y desarrollar alguna empatía con los votantes llegaba por momentos a fastidiarlo.
La elección de Néstor Roulet como candidato a vice también se mostró ayer como una decisión que en el mejor de los casos tuvo efecto neutro. El dirigente agropecuario 
no parece haber compensado en nada las limitaciones de Aguad. No le sumó cercanía con ese electorado que no lo registraba al candidato radical, y tampoco parece haber alcanzado para conmover la inquebrantable supremacía 
de Unión por Córdoba en los departamentos donde el campo marca el ritmo de la producción, de la vida y de las 
decisiones electorales.
La campaña siempre encontró a Aguad durísimo en sus críticas. Ante cada pregunta, 
tuvo frases hirientes y diagnósticos sombríos, tanto hacia el gobierno provincial como al kirchnerismo en la Nación. Quedaron en claro las cosas a las que se opone, pero no logró un discurso que invitara a seguirlo por lo que proponía.
Su proyecto de construir 30 mil viviendas fue el que sonó más convincente, pero no alcanzó. La promesa de subir 50 por ciento el sueldo docente, en cambio, ni siquiera entusiasmó a los maestros, que observaron una actitud demagógica antes que el compromiso ético que él proclamaba.
Tampoco parece haber surtido gran efecto el fuerte respaldo del radicalismo nacional a Aguad. Ni las reiteradas visitas de Ricardo Alfonsín –que ayer, a siete días de las primarias nacionales, vino a ponerle el hombro–, ni el acompañamiento de un sector del PRO, ni los aislados triunfos en municipios del interior colaboraron en casi nada con las chances del candidato 
radical.
Pero, más allá de las 
limitaciones propias y 
partidarias, el fenómeno que sepultó las posibilidades de Aguad fue el crecimiento que la figura de José Manuel de la Sota le generó al oficialismo.
El Frente Cívico hizo un 
esfuerzo titánico por instalar la idea de que había sólo dos opciones y los electores redoblaron la apuesta y resolvieron que la opción era una sola. En esa jugada perdió más Luis Juez que Oscar Aguad. Pero eso no alcanzó para que la UCR salga mejor parada que en 2007.
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Un muro al cristinismo, con urgencias locales
Los desafíos de la próxima campaña presidencial, la puesta en marcha de las promesas y la crisis global no le dejarán a De la Sota demasiado tiempo para los festejos de una victoria contundente. Juan Turello.
De la Sota ganó el derecho a gobernar por tercera vez la provincia que es el tercer distrito del país, detrás de la Capital Federal y Buenos Aires, por su peso político y económico.
El triunfo del ex gobernador entre 1999 y 2007 era el resultado que esperaban la CGT Córdoba unificada (82 gremios) y las principales cámaras empresarias, salvo el sector de los pequeños y medianos industriales metalúrgicos. A aquéllos, De la Sota les agradeció anoche su apoyo.
El campo, como lo mostró la amplia ventaja lograda en los departamentos núcleos del sector agropecuario, otorgó un fuerte respaldo a su promesa de defender el sector ante el embate de Cristina Kirchner y el círculo duro del poder, que consideran no cesó. El agro teme que el kirchnerismo vuelva a la carga para modificar el esquema de retenciones y la nacionalización del comercio de granos, en caso de que la Presidenta sea reelegida.
Precisamente, en las entidades agropecuarias y en la agroindustria se apuntó que los contundentes triunfos de Mauricio Macri, en la Capital Federal y del socialismo en Santa Fe, sobre los candidatos kirchneristas, además del amplio margen que obtuvo De la Sota en Córdoba, podrían significar un límite a la apuesta de ciertos sectores cristinistas de “profundizar el modelo” en caso de que la Presidenta gane en forma contundente.
A ellos pareció dirigirse De la Sota anoche cuando –en el discurso del triunfo– advirtió que apoyará un Gobierno nacional que trabaje por la unidad de todos los sectores y respete el federalismo.
Pedidos. Pero los dirigentes sectoriales también tienen sus listas de pedidos para exponerle a De la Sota cuando los festejos se apaguen y llegue la hora de conversar sobre la futura gestión. “Yo le pediría políticas de largo plazo, no coyunturales, en el tema de la Caja de Jubilaciones, energía, agua, vivienda social y en el combate a la pobreza”, anticipa Horacio Parga, presidente de la Bolsa de Comercio y de la cámara desarrollista (Ceduc). Sugiere crear un mercado de capitales locales y espera que Héctor Paglia, jefe de los equipos técnicos delasotistas, empuje en esa dirección.
Los industriales –al igual que Parga– apoyan el esquema de políticas productivas que esbozó De la Sota en la campaña, al tiempo que plantean la necesidad de reducir la carga de Ingresos Brutos. “Quisiéramos una administración enfocada en los sectores sociales y en la infraestructura básica, no en las obras monumentalistas”, dijo Eduardo Fernández, titular de Apyme.
Los que pesan en la Cámara de la Construcción dicen que la provincia necesita más caminos, mejor energía, agua para todos y desarrollar el reciclado de los residuos.
Y el mundo. De la Sota es un ávido consumidor de noticias económicas, hábito que perfeccionó en su paso por Brasil. No le será ajeno, precisamente, que el mundo está convulsionado por la crisis de Estados Unidos y Europa, que ya provocó una caída de un punto en el desarrollo global.
Los economistas advierten que una recesión en Estados Unidos afectará a China y Brasil –países que compran buena parte de las exportaciones cordobesas–, además de golpear en el precio de los granos. Hasta ahora, la crisis no llegó a la economía real en China y al resto de Asia, locomotoras de la demanda de materias primas. Sin embargo, los mercados bursátiles asiáticos amplificaban anoche la peor caída desde 2009.
Por último, la deuda social será un reclamo constante: el empleo informal afecta a más de uno de cada tres asalariados (36,3 por ciento); hay 288 mil niños pobres y de los 63.405 jóvenes pobres, 27.351 ni trabajan ni estudian. De la Sota prometió recrear los planes de empleo y un subsidio a la educación.
Los desafíos de la próxima campaña presidencial, la puesta en marcha de las promesas y la crisis global no dejarán demasiado tiempo para los festejos de una victoria contundente.
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El progreso todavía no disimula la pobreza, la inseguridad ni la falta de viviendas
José Manuel de la Sota convocó, durante la campaña, a disfrutar del “progreso” que se respira en la provincia.
Poco se sabe qué políticas sociales pondrá en marcha el ex gobernador en su regreso al poder, ya que no se prestó al debate ciudadano de sus programas de gobierno. Se conocen recetas específicas, que funcionaron justo para los 30 segundos de publicidad: medicamentos gratis en hospitales públicos, boletos gratis de colectivo para maestros y alumnos, más policías y cámaras de seguridad y 15 mil créditos de Bancor para viviendas. Los problemas son los mismos que dejó en 2007, agravados incluso por el paso del tiempo y por un crecimiento económico que no ha logrado solucionarlos. La pobreza afecta todavía al 30 por ciento de la población.
Cuatro años más a los 12 que lleva el peronismo gobernando la provincia hacen suponer que se trabajará con el mismo manual de procedimientos. La preocupación central ciudadana –muy lejos incluso de la inflación– es la inseguridad. Cuando De la Sota asumió, en 2007, había 14.151 policías en la provincia y se fue en 2007 dejando 18.151 efectivos: 28 por ciento más. Recibirá una fuerza de seguridad que araña los 23 mil efectivos y promete sumarle otros dos mil. La Provincia tendrá, entonces, 10 por ciento de su presupuesto asignado a combatir un delito que no afloja, pese a la reclusión urbana en barrios cerrados, al gasto privado en seguridad y a un desempleo menor a siete por ciento.
En la gestión de Schiaretti, se aumentó el aporte de jubilados y de activos a la obra social provincial y se procedió a debitar de manera directa, antes de la coparticipación, los aportes a la Apross de los 23.500 empleados de 437 ciudades y comunas. Se acabaron las deudas con la obra social provincial, al punto que el ex Ipam tiene amplio margen para cubrir los medicamentos gratis que prometió De la Sota. Mucho de eso ya se hace.
La promesa de pasajes gratis es efectista: los colectivos urbanos para la escuela se usan prácticamente en la ciudad de Córdoba. No hay siquiera un cálculo de cuánto podría costar eso. Hasta puede haber una picardía: ya existe una ordenanza que ordena que el boleto estudiantil cuesta 28 por ciento de la tarifa. ¿Qué pagará la Provincia: 28 por ciento de un boleto estudiantil que las empresas ya retacean o el costo pleno? Es fácil hacer populismo con plata de los otros.
Pero el problema más grave es la vivienda: hacinamiento en sectores vulnerables y difícil acceso a la compra para sectores medios. En la provincia, 3,9 por ciento de los hogares vive hacinado; en la Capital, 4,2 por ciento. Entre 2001 y 2008, según el Censo 2008, el hacinamiento subió 17,5 por ciento, pese a que la economía creció casi 60 por ciento en la década. El poco espacio impide la privacidad de sus integrantes, expulsa a sus miembros a deambular por la calle, frena el rendimiento escolar y es caldo de cultivo para la violencia o promiscuidad.
En los sectores medios, la imposibilidad de cambiar la cuota del alquiler tiene un efecto desmoralizador. Los padres creen que el esfuerzo y el trabajo cotidiano no alcanzan para nada y advierten que sus hijos tendrán un futuro más difícil todavía. Es justamente el revés del progreso.
De la Sota erradicó villas y las llevó a la periferia. Construyó 9.500 casas sociales, pero pudo sólo ofrecer 1.500 viviendas del programa De Inquilino a Propietario. El Hogar Clase Media prometía en 2005 nueve mil casas en Capital, pero recién este año se empezaron a construir 910.
Cuando Schiaretti lanzó el programa Mi Casa, del Bancor, prometió 20 mil viviendas, pero termina su gestión con una entrega de seis mil. El problema seguirá siendo el mismo: quien califica con ingresos en blanco, no tiene ahorros remanentes para completar lo poco que se puede hacer con 50 mil dólares. Hay que pensar en una propuesta por fuera del Banco de Córdoba.
Hoy, los desarrollistas arman un fideicomiso y venden departamentos a mediano plazo pidiendo sólo DNI. ¿Tan difícil será que al Estado le paguen en tiempo y forma? La mayoría de los cordobeses optó ayer por la continuidad del oficialismo. Falta aún para afirmar que el progreso está construido y que todos lo disfrutan. Será ésa la tarea por hacer.
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Una novela de amor, odio e impuestos
¿Cómo recomponer con el Gobierno nacional una relación que permita reabrir el grifo del financiamiento que la Nación cortó desde enero sin dar ninguna explicación?
Desde hoy, José Manuel de la Sota tendrá que empezar a pensar en lo mismo que se habrían puesto a pensar Luis Juez u Oscar Aguad, de haber ganado ellos las elecciones. Estos es, cómo recomponer con el Gobierno nacional una relación que permita reabrir el grifo del financiamiento que la Nación cortó desde enero sin dar ninguna explicación, pese a que la obligan leyes y convenios firmados bajo las narices de los jueces de la Corte Suprema de Justicia.
El 29 de mayo de este año, el Gobierno nacional le debía a la Caja de Jubilaciones de Córdoba algo más de 300 millones de pesos. El día antes, el Partido Justicialista​ de Córdoba había participado del Congreso Nacional del PJ, en el cual el 
kirchnerismo hizo un operativo clamor por la candidatura de Cristina.
En ese momento, en el PJ cordobés algunos pensaron que estaba todo resuelto y que la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) comenzaría a girar los fondos. No fue así.
Hoy, sólo la deuda previsional de la Nación acumulada desde enero bordea los 550 millones de pesos. Y, si se suman otros compromisos financieros que la Nación debería cumplir con la Provincia y no cumple, la cifra global roza los 1.100 millones de pesos, el seis por ciento de los ingresos globales y de todo tipo previstos por la Provincia para 2011.
Por la Caja, la Provincia puede reclamar hasta el 31 de diciembre. Enero de 2012 ya es otro precio: ni siquiera hay un convenio firme que obligue a la Nación a financiar el déficit cordobés. Para el año que viene, el déficit previsional tendrá un piso de 1.500 millones de pesos.
La sota y la reina. De la Sota tiene cómo negociar con Cristina Fernández. Por empezar, puede jugar el rol que la Presidenta le ordene para las elecciones del 23 de octubre y las del 20 de noviembre, si hay balotaje, además de acomodar las relaciones políticas con la Rosada hacia futuro.
Sobre todo si, en el caso de que sea reelegida Cristina Fernández, el cristinismo saca a pasear la idea de una reforma constitucional, aunque sea para generar expectativas a un gobierno que no tendría chances de tercer mandato.
Sin embargo, si la razón por la que la Nación restringe los fondos a Córdoba no es el goce sino la falta de dinero, la cuestión no será tan simple. Hay varios signos que apuntan en esta línea más complicada:
Esta vez –a diferencia de 2009, cuando Juan Schiaretti​ estuvo a punto de emitir bonos– la Nación ha subejecutado partidas a casi todas las provincias. No es que esté discriminando a Córdoba. Sus propios gastos –en particular los desbocados subsidios energéticos y al transporte– han demandado reconducir plata de unas partidas a otras.
Sus números globales ya no son los de antes. En el segundo trimestre del año, tuvo un déficit financiero de 1.821 millones de pesos. En el mismo trimestre de 2010, la Nación había tenido un superávit financiero de 1.265 millones.
Es decir que, si antes la Nación no mandaba plata a Córdoba por placer, es posible que ahora haya sumado a ese motivo la necesidad.
Si ése fuera el panorama para el año que viene, las cosas no se arreglarán con fotos y abrazos. Tampoco con la alternativa de recurrir a la Justicia una vez más: eso es un poco lento. Y la idea que levantaron algunos candidatos de exigir que parte de la recaudación nacional –que en su momento se desvió hacia la Anses– vuelva a ser coparticipada no es muy realista (muy probablemente moriría en el Congreso).
En ese marco, lo que más le convendrá a la Provincia es que se mantengan los actuales niveles de inflación.
Como se sabe, así suben sin pausa la recaudación propia del impuesto a los Ingresos Brutos y de Sellos y la coparticipada de IVA y Ganancias, mientras salarios y jubilaciones se devalúan. De hecho, así ha ido tirando la Provincia este año para cubrir el bache.
¿Y si la inflación se frena? Esa es otra historia: en la primera entrevista que dio De la Sota a este diario en esta campaña, dijo –hablando sobre la Caja de Jubilaciones y citando a Bill Clinton​– que “habría que ir pensando” en crear un impuesto “para mantener a las personas, que cada vez viven más”.
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Las redes llegaron para quedarse
Las redes sociales llegaron a la política para quedarse y 2011 será recordado como el año de su desembarco pleno en una campaña electoral.
Ayer, fue intenso en Facebook y Twitter. Desde temprano, los operadores y dirigentes agitaban el ánimo de los cibermilitantes y hacían apuestas sobre el resultado final.
Pero la verdadera ebullición comenzó a notarse cuando todavía faltaban horas para el cierre de la elección. Alrededor de las 16, el vicepresidente de Electroingeniería, Gerardo Ferreyra, anticipó datos de bocas de urna. Una hora después, el consultor Artemio López hizo lo propio en su blog.
A las 18, “La Falda” fue el tema más popular en Twitter, cuando se conocieron los primeros resultados en esa ciudad. Después, Luis Juez ocupó brevemente el podio de las tendencias entre los usuarios del microblogging; luego fue desplazado por De la Sota.
Pasada la medianoche, “Cordobesismo” también ingresaba en el ranking de temas más tuiteados, reflejo de que Twitter se está convirtiendo en un termómetro on line de la nueva esfera pública. Los usuarios se apropian de las redes sociales como canal de expresión: a las 2.25, la web de Luis Juez había sido pirateada con una burla de Nelson, personaje de Los Simpson​.
¿Y los candidatos? La actuación de los candidatos en las redes sociales fue errática. Durante la campaña, no fueron más allá de la transmisión de consignas (del estilo “Yo hablo, ustedes escuchan”), no muy alejado de lo que hicieron en el mundo real.
Faltaron la interacción, el diálogo y la conversación, los pilares de una nueva lógica de comunicación que se desarrolla en las redes sociales. Y esto se nota en los bajos niveles de influencia que consiguieron durante la campaña.
Según Twitalyzer, una herramienta que mide el impacto que los usuarios generan entre sus redes de seguidores, los candidatos cordobeses tienen rankings bajísimos: De la Sota, Aguad y Juez tienen un impacto que ronda el 12 por ciento. Barack Obama​, el presidente de Estados Unidos y uno de los más influyentes, alcanza el 70 por ciento.
Construir influencia en la incipiente esfera pública que se construye en la Web no es tarea fácil: requiere aumentar el compromiso con las conversaciones a través de una participación activa y ganar la confianza de la comunidad.
Incorporar las redes sociales a las estrategias de comunicación política aparece como una habilidad vital para conseguir el apoyo de sectores medio-altos y juveniles. Ya no sólo es cuestión de acudir a las cámaras o a los micrófonos.
Ahora, los dirigentes también pueden construir palcos virtuales para atraer a nuevas audiencias. La construcción de nuevos vínculos con los ciudadanos ayuda a democratizar la política.
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Fuente: La Voz del Interior

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