Por María Clara Vega (*)
A 191 años de aquel 1º de marzo, día en que la Provincia se declara autónoma y por ende independiente del Gobierno de Córdoba, parece necesario reflexionar sobre algunas cosas.
Entre ellas analizar el origen de la palabra provincia introducida por los romanos, quienes dividieron su impero en provinciae, que en latín `provincia` se forma a partir de las voces pro (`por`) y vincia (`victoria`): En un principio, designaba a los territorios conquistados fuera de la Península Itálica. Tras la Revolución Francesa, el término provincia cayó en desuso dentro de Francia. En muchos países iberoamericanos (México, Brasil, Colombia, Venezuela) se llamó a mediados del siglo XIX provincia, a las unidades administrativas constituyentes de tales países hasta que, a fines del citado siglo XIX y por influjo de los Estados Unidos, las provincias pasaron a ser llamadas estados dentro de un régimen federal. Entonces la pregunta es ¿Por qué razón no se cambió, no sólo el uso de la palabra, sino lo más importante: el concepto de la misma? Será porque siempre estuvo encarnado en cualquiera de aquellos que tuvieron la oportunidad de manejar el poder, el virus del centralismo y no estoy refiriéndome sólo a los porteños, sino a todos lo que hasta hoy ocupan ese lugar.
Por otro lado, a casi dos siglos de ser formalmente autónomos, la sangre derramada por nuestros comprovincianos como Facundo y El Chacho, parece haber corrido en vano y sus hazañas sirvieron sólo para engrosar el Cancionero Popular Argentino, porque su ideal de país Federal nunca se concretó, ni se concretará, en la medida en que todas las políticas aplicadas desde ese momento, sólo han servido para fortalecer más y más el Estado nacional y convertir a las provincias en Estados subsidiados.
Más cercano a nuestra época, en los noventa (década tan criticada) a raíz de plantear políticas neoliberales donde la vedette era la descentralización, la nación aprovechó la oportunidad para deshacerse de varias responsabilidades, entre ellas transferir el tema de la educación, junto a un montón de otras cosas, como algo exclusivo de las provincias. Lo que acarreaba mayores gastos, con casi la misma asignación de recursos. La misma política se pretendió aplicar desde la provincia a los municipios, dándole cada vez mayor responsabilidad con igual o menos recursos. En definitiva, la regla es la misma: "descentralizar responsabilidades y concentrar mayor cantidad de recursos".
En el caso de los municipios de La Rioja, el avasallamiento fue tal, que no sólo se le coartaron las atribuciones de hecho, sino que se ha sancionado una ley Orgánica Municipal Transitoria -aún en vigencia- (aprobada durante el Unicato Ma....) que dejó sin cartas orgánicas a los 18 departamentos de la Provincia, potestad que aún no pudieron recuperar. Entonces, volviendo al tema central de federalismo y autonomías de la provincia y de los municipios, no podemos eludir plantear la necesidad de una ley de Coparticipación Federal y porqué no, provincial, temas que ni oficialista ni opositores parecen tener en su agenda, aunque es un tema recurrente para la ciudadanía y para todos aquellos funcionarios que les tocó y les toca administrar miserias.
Los casi doscientos años de historia recorridos, no parecen haber hecho mella en el pueblo que aún no demuestra poseer mayoría de edad cívica, pero no pierdo las esperanza de ver a la provincia (aunque sea en mi vejez, -porque la esperanza es la ultima que se pierde-) recuperada de su "nación-dependencia" y no tener que cumplir mes a mes con el ritual de ir a mendigar en Buenos Aires, por los recursos que genuinamente nos corresponden. En definitiva, a las instituciones les pasa lo mismo que a los ciudadanos, si no poseen recursos económicos la soberanía es sólo retórica.
(*) - Licenciada en Ciencia Política
Fuente: El Independiente
La Rioja Municipal - La Rioja - Argentina