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14 de Febrero de 2011- Buenos Aires

Bs. As.-Para La Nación el Gobierno Nacional es "Fascista"

En una editorial publicada el domingo y que no lleva firma, el diario recurre a explicar los orígenes del peronismo y el fascismo para compararlos y deslizar que el Gobierno Nacional se incluye en esa corriente.

Sin embargo, cae en una paradoja de la que no puede salir.El diario mitrista se encierra en una paradoja: haber sido el diario que llevó la voz de la Sociedad Rural a lo largo de la historia argentina, y que ésta entidad haya festejado y apoyado los golpes militares que asesinaron y desaparecieron gente, le quita credibilidad a la hora de señalar a otros como fascistas. Es similar a Mariano Grondona refiriéndose a “La Cámpora” como las juventudes hitlerianas, cuando era él quién tenía fuertes vínculos con los militares.En esa paradoja en la que se auto encerró el diario, intenta explicar que el Peronismo es un Fascismo, pero un fascismo particular ya que, según dice en forma textual: “un peronismo de nueva generación, travestido en fascismo de izquierda”Luego de las comparaciones con Mussolini, el diario La Nación ve en Guillermo Moreno un claro exponente del fascismo, leamos el largo y desopilante párrafo:
“Se puede trazar, en ese sentido, una larga lista de temas de viva actualidad, imputables al ala gobernante del peronismo, en la que nidifican sus más persistentes complejos y arrogancias. Las manifestaciones de prepotencia reiterada del secretario de Comercio, sin que la Presidenta lo ponga en quicio. La falsificación abierta de cifras y estadísticas oficiales. Los ataques constantes a la prensa ajena a los dictados oficialistas. La regulación de los contenidos de los medios de comunicación, cuya genealogía se remonta al decreto 23.408 de la dictadura de 1943 y, de allí, al código mussoliniano sobre radiodifusión, de 1924. Los enfrentamientos con el agro y el dictado de medidas para perjudicarlo. La sobreactuación institucional de los gremios afines a la Casa Rosada. El exagerado culto de la personalidad y la sumisión de legisladores y gobernadores a lo que dispone el poder central. El abuso del poder de policía administrativo. El tendido de redes clientelares a través de favores prebendarios. La persecución de figuras independientes u opositoras a través del aparato de inteligencia del Estado. La exaltación de las corporaciones en detrimento de los partidos políticos. El avasallamiento de poderes independientes, sobre todo el Judicial. El alineamiento con regímenes autoritarios como el de Hugo Chávez”.
En ese reduccionismo paupérrimo en el que se incluye una comparación absurda entre una ley de medios sancionada por el Congreso de la Nación, y la del régimen italiano, está el por qué la nota no lleva firma. Ningún periodista se animaría a poner su rúbrica en semejante comparación y semejante párrafo sin al menos preguntarse si toda es batería de comparaciones tiene algún sustento.
Sin embargo, el diario cae en su propia trampa y de forma muy evidente. Leamos el siguiente párrafo:
“El fascismo luchó, es cierto, contra el marxismo, pero con aun mayor convicción y aptitudes naturales lo hizo contra el liberalismo. Por haber sido profundamente intervencionista y corporativista, postuló que las libertades individuales se deben ejercer sólo dentro de las pautas determinadas por el Estado omnipotente, encarnado en un liderazgo infalible”.
Maravilloso párrafo que deja ver el verdadero objetivo y el auténtico pensamiento de La Nación sobre el fascismo, veamos. En dicho párrafo se entiende que La Nación justifica al fascismo en su lucha contra el marxismo, dice: “El fascismo luchó, es cierto, contra el marxismo...” como si quisiera decir: “señor lector, no se enoje, es cierto que el Fascismo combatió al marxismo que usted detesta” y luego también en la interpelación más clara al lector promedio de La Nación el párrafo señala: “pero con aun mayor convicción y aptitudes naturales lo hizo contra el liberalismo”; esto es lo que La Nación no permitirá tolerar, el avance contra el libremercado, la intervención estatal para defender a los menos favorecidos.
Es así, y pocas veces La Nación dejó tan en claro su postura, para el diario mitrista el Fascismo está bien siempre y cuando se combata a la izquierda y el marxismo, pero es repudiable cuando combate al liberalismo que el diario pregona. En ese caso, cualquier Gobierno que intervenga en la economía, aunque haya sido votado y elegido democráticamente, deberá ser tildado de fascista.
¿En las páginas que imprimía La Nación en la época de la dictadura militar, se comparó al régimen con el fascismo y/o el nazismo? Quizás no, porque si dicho gobierno estaba encolumnado dentro del liberalismo y la supremacía del mercado, entonces, poco importan las formas.
Así es para la Nación, y aunque sea difícil de creer, ve un costado bueno del fascismo, cuando combate al marxismo. En cambio, cuando el Gobierno nacional, elegido en forma democrática, obliga a Shell a bajar los precios con el poder de la ley, es fascista, y La Nación se ve obligado a expicarle a su lector que el fascismo es malo aunque haya combatido al marxismo.

Fuente: Inforioja

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