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6 de Febrero de 2011-Tucumán

Tucumán-Acoples de los Messis

Al obligar a su tropa a pedir el acople, Alperovich impulsó a ex socios de listas de 2007 a andar a los codazos con los aliados circunstanciales y con los opositores.

Autor Juan Manuel Asis
El será selectivo; es decir, tratará de armar una selección que le sume muchos puntos y que lo lleve a un nuevo campeonato, el de la reelección; a la tercera copa. Será algo así como un Batista de la política pero, claro, eligiendo a los que mejor le rindan en sus puestos de lucha. Así también apuntará a un grupo selecto, es decir, apañará a algunos jugadores propios, como los caprichos de algunos DT, caso Menotti y Valencia en el 78. En ese marco, ya lo dijo el DT: evaluará a todos y sólo les dará el acople a aquellos que le sumen votos. Que sumen. Porque de eso se trata con el actual sistema electoral, que todos le arrimen baldes atestados de votos. El pone el apellido y usufructúa la sigla ganadora: PJ. En ese sentido, más de uno habrá parado la oreja cuando el gobernador, José Alperovich, dijo que habrá evaluación y que no a cualquiera le dará la bendición del acople. ¿Por qué?
Puede haber un par de razones que alienten este nuevo pensamiento, muy distinto al de 2007, cuando abrió la tranquera y recibió a todos los que querían adherir a su candidatura. Así le fue bien: acaparó 500.000 sufragios, y la mitad provino de los acoplados. Una de esas razones puede ser que haya decidido apostar únicamente a los "ganadores". Es decir a aquellos que le garanticen que llegarán a la Legislatura con suficientes sufragios en la espalda y que le permitan, por ende, otro período de tranquilidad legislativa, con una mayoría abrumadora atendiendo sus indicaciones y obrando en forma automática.
¿Acaso teme que se le pueda esfumar esa mayoría parlamentaria en agosto, cuando la ciudadanía acuda a las urnas? Y sí, algún miedo debe haber en la Casa de Gobierno para que se haya resuelto construir una "selección de acoples" con muchos Messis; es decir, hombres que le aseguren una canasta de goles para hegemonizar otra vez el Poder Legislativo. Hoy por hoy, cinco opositores le hicieron sufrir alguno que otro dolor de cabeza a lo largo de este mandato; tal vez quiera que la dosis mejore y que las jaquecas se reduzcan al mínimo posible.
Los valores de 2007
¿Cuál es ese mínimo posible? Para elaborar una respuesta hay que retrotraerse a agosto de 2007 y observar cuál fue el piso para acceder a una banca legislativa. Por ejemplo, en la capital, los que ingresaron en las tres últimas ubicaciones fueron Armando Cortalezzi, del Frente para la Victoria, con 9.000 votos; Osvaldo Cirnigliaro, del Partido Laborista, con 8.750, y Hugo Gacciopo, de Lealtad Peronista (acoplado), con 8.700. Por el Este, los dos peldaños inferiores fueron para Juan Gutiérrez, del Movimiento Independiente (acoplado), con 9.250 sufragios, y María Alejandra Cejas, del Frente para la Victoria, con 8.600 votos. Por el Oeste, los puestos 16, 17 y 18 fueron, respectivamente, para Adriana Najar, del Frente para la Victoria, con 8.500 sufragios, Ramón Sierra Morales, por Acción Provinciana (acoplado); con 8.300, y Ricardo Bussi, de Fuerza Republicana, con 8.000. O sea; el piso mínimo para soñar con arañar una banca en la Legislatura será de 8.800 en la capital, 8.900 para el este y 8.200 para el oeste; más o menos, en promedio.
Pero, además, hay otras consideraciones que hacer antes de responder a la pregunta sobre si hay riesgos de que el alperovichismo pierda esa mayoría parlamentaria. Una de esas es que no habrá una lista oficialista fuerte, sino una "light", por lo que aquellos que en 2007 se beneficiaron con la sombra de Alperovich, en adelante se convertirán en los acoplados que tendrán que competir codo a codo con ex integrantes de boletas comunes, nuevos socios acoplados y, para no ser menos, también con los opositores.
Ergo: el margen de acceso "fácil" a la Cámara se reduce, ya que el titular del Poder Ejecutivo los arrojó al campo de batalla sin su escudo protector. Como bien se dice, en la cancha se verán los pingos. Van a tener que transpirar la camiseta, y mucho. Es el primer mensaje que les dejó Alperovich cuando decidió no apañar una boleta oficialista fuerte. Y cuando hace pocos días reveló que será selectivo -o sea que señalará a aquellos que crea son los mejores-, bajó otro mensaje: tendrán que trabajar, y desde ayer. Esto, como se mencionó en estas columnas, entraña un riesgo: que por competir por el mismo espacio terminen a las patadas y se desconozcan, aun siendo militantes del alperovichismo.
Por otro lado, Alperovich les deslizó algo más preocupante entrelíneas cuando amenazó con convertirse en un seleccionador "de estrellas": comunicó que los está midiendo, a todos. El gobernador se maneja con encuestas, con sondeos que quedan en su escritorio y que revelan quién o quiénes tienen más ascendencia en cada uno de los circuitos de la capital y en el interior, quién se está esforzando y puede aportarle votos reales. En ese marco, hay que recalcular cuántos sufragios deberán reunir los "acoplados elegidos" para estar en la "elite legislativa del oficialismo".
Más números
Para eso, hay que mirar otra vez la pizarra de los números electorales de 2007, cuando hubo una lista del Frente para la Victoria con resultados exitosos ya que; de 18 bancas en juego del oeste logró 10, metió nueve de 12 en el este y de 19 de la capital (la cosecha más pobre) consiguió ocho. Entonces, si concreta una nómina "light" en la capital, de la que pueden acceder -por ejemplo- dos a la Cámara, el resto (los seis, siguiendo con el ejemplo y las cifras de 2007) tendrían que reunir, por lo menos un máximo de 30.000 sufragios -para entrar primeros y tranquilos- o un mínimo de 9.000 para raspar la cola de la lista.
Además, hay otro elemento para tener en cuenta: hace cuatro años, el oficialismo concedió 20 acoples -más o menos- llevando una lista propia. Ahora, con esta especie de "desacople" alperovichista se puede triplicar esa cifra; por lo que más que codo a codo la disputa será a codazos limpios.
Claro, son meras estimaciones y especulaciones, aunque más de uno ya debe estar con un ábaco haciendo números para estimar cuánto debe invertir para cosechar esa cantidad de adhesiones. Si hacemos un cálculo rápido, casi traído de los pelos, y decimos que por cada sufragio se tienen que invertir $ 100, entonces para llegar a la Legislatura como representante capitalino habría que tener en el bolsillo, de entrada, unos $ 900.000. Los políticos tienen que pagar algunos costos, o apelar a mucha imaginación. O ser parte de los "selectos".
¿Cómo es esto? En la jerga oficialista, ser un "selecto" es formar parte del círculo áulico, del grupo que puede gozar de beneficios especiales por formar parte del entorno del mandatario. En esta mirada interna no sólo hay celos sino también desconfianza, porque pese a formar parte del mismo circo, algunos sacan ventaja por ser amigos del dueño. Hay ejemplos con nombre y apellido, pero no vienen al caso, sólo baste mencionar que los que miran "desde afuera" a estos "ventajeros" los señalan por hacer política con las obras del Estado, que pertenecen a todos, porque los fondos salen del Gobierno, no de una caja de campaña propia. Contra eso -entienden- no se puede competir. ¿Hijos y entenados? Y, puede ser. En el fondo, lo que hay son personas que aprovechan su ubicación para sacar alguna "ventajilla", algo que en política es pan diario.
Calidad en juego
Al margen de todo esto, hay una pregunta que subyace y que hace a la calidad institucional: ¿qué tipo de Legislatura querrá Alperovich? Porque si da acoples selectivos, si habrá selectos, si pretende hegemonizar la Cámara nuevamente: ¿lo hace sólo con la intención de cosechar votos para su postulación o pensará en la calidad de la institución? Más allá de las posibles respuestas, lo que en el fondo aparece como un dato a tener en cuenta es que, con esta pretensión de ser el DT y el seleccionador de figuras convocantes, impone una diversificación de la oferta electoral.
Al dividir a su propia tropa en varias listas, por lo menos en la capital, ofrece al elector una gama variada de posibilidades. En este punto, la ciudadanía puede sacar provecho, porque no deberá mirar sólo las listas con cabezas conocidas e ilustres desconocidos en los puestos subsiguientes, sino elegir entre varias. Una chance indirecta que parece ofrecer, sin advertir, el propio mandatario. En fin, no hay mal que por bien no venga.

Fuente: La Gaceta

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