La escena se repitió durante toda la mañana, y sólo cambiaron los protagonistas. Ministros, legisladores y dirigentes del kirchnerismo se esforzaron poco por disimular la incomodidad que les causaba compartir escenario y vuelo con Amado Boudou, procesado por el juez Ariel Lijo y cuestionado (puertas adentro) por no pocos kirchneristas, a medida que avanzan las investigaciones en su contra.

Los gestos, más que las palabras, fueron elocuentes. Florencio Randazzo, cuya disputa con Boudou es casi abierta, se ubicó lo más lejos que pudo: estuvo en la otra punta de Boudou en la sala donde se declaró la Independencia, y también en el extremo del escenario del teatro Mercedes Sosa, donde se desarrolló el festejo oficial.

Boudou pareció notarlo, y lo abrazó efusivamente (al igual que al resto de los ministros) cuando terminó el acto, sin lograr un gesto afectuoso del ministro del Interior, que en sus últimas declaraciones pidió al vicepresidente que dijera a quién se refería cuando habló de "los machos del off" en torno de la causa Ciccone, una supuesta referencia a él, entre otros funcionarios.

Los que lo tuvieron más cerca al vice fueron el gobernador José Alperovich y el presidente provisional del Senado, Gerardo Zamora, ambos por cuestiones de protocolo. En su discurso, el gobernador tucumano agradeció "la presencia" de toda la delegación y lo mencionó al pasar.

Varios de sus funcionarios bromeaban antes del acto con lo inconveniente de "quedar en la foto" con el vice luego de anunciar (como lo hizo Alperovich) que Boudou no vendría a Tucumán y que el que encabezaría los festejos sería Zamora. "Y qué va a hacer Cristina, si está engripada", contestó Alperovich cuando le preguntaron por la ausencia de la Presidenta. La siguiente pregunta giró en torno de Boudou, y la respuesta fue? el silencio.

Zamora, en tanto, sonrió de manera forzada ante un Boudou que a cada rato le hacía algún comentario o buscaba sacarle conversación. Julián Domínguez, titular de la Cámara de Diputados, le prestó más atención que otros de sus colegas y se los vio sonrientes mientras hablaba Alperovich. De todos modos, al bonaerense le divirtió mucho más ver los carteles con su rostro y la leyenda "Bienvenido compañero, Julián 2015", ubicados alrededor de la plaza Independencia.

Para las cámaras y los micrófonos, distintos funcionarios comparaban su situación con la del jefe de gobierno, Mauricio Macri, o intentaban hacer gala de su diplomacia. "[El vice] está en la misma situación que el jefe de gobierno de la ciudad", dijo el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, ante la prensa. "Usted parece estar muy al tanto de la causa, no sé si la ha leído. Yo no", contestó desafiante a LA NACION el diputado Carlos Kunkel a la salida del tedeum, un par de horas antes de la llegada de Boudou a la provincia.

"¿A vos qué te parece? ¿Tiene que pedir licencia?", preguntaba a los periodistas un funcionario de la Casa Rosada sin ocultar su preocupación, y como forma de catarsis. La incomodidad de los funcionarios se trasladó a los medios oficiales: Canal 7 prefirió emitir un nuevo programa de su ciclo Cocineros argentinos, mientras el vicepresidente criticaba a los "colonialistas" y prometía luchar contra "las corporaciones".

La escena final fue otro dato importante. Boudou, al pie del escenario, repartiendo besos y sacándose fotos con banderas de La Cámpora y Kolina. El resto del gabinete, mientras tanto, salió presuroso hacia los autos que lo depositarían en el aeropuerto.

 

Fuente: La Nación (Caba)