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21 de Marzo de 2010 - Coparticipación

Tucumán-"Sólo Santa Cruz ganó con el reparto discrecional".

UNA HERRAMIENTA DE DISCIPLINAMIENTO POLITICO. Así calificó Lousteau a la distribución de fondos discrecionales por parte de la Nación a las provincias.

La volatilidad no se paga de manera simétrica: los sectores más humildes son los que no pueden cubrirse toda vez que la economía enfrenta una crisis. Bajo este concepto, Martín Lousteau inició el martes pasado su exposición sobre "Argentina, una mirada estructura y perspectiva de nuestra economía y sociedad", en el marco del Ciclo de Conferencias LA GACETA 2010.
El ex ministro de Economía de la Nación planteó un escenario que prácticamente se repite a lo largo de las últimas décadas en nuestro país. Y, en su charla, el economista que hoy dirige la consultora LCG concluye que si hay una situación que se deterioró profundamente en los últimos 30 años, esta es la distribución del ingreso.
De la misma manera, esa desigualdad social puede ser consecuencia de la inequidad en la distribución de las transferencias de fondos coparticipables.
Según Lousteau, las provincias perdieron frente a la única táctica que caracterizó a la política económica de los dos gobiernos kirchneristas: la expansión del gasto público. Por esa razón, la Nación cuidó la caja en desmedro de las transferencias a las provincias.
En otras palabras, "es lo mismo decir que esta política es como una herramienta de disciplinamiento político de los gobernadores, porque no responden a un verdadero criterio federal, ya que es discrecional tanto la distribución entre provincias como el timing de los desembolsos de los fondos comprometidos", puntualizó.
Se trata de un mecanismo que el propio Lousteau define como una "compensación discrecional". "El argumento oficial es que la Nación compensa a las provincia -por los recursos no coparticipados- con las transferencias discrecionales", explicó.
El ex ministro kirchnerista remarcó que las transferencias discrecionales de dinero apenas llegan a cubrir el 50% de los recursos que las provincias le ceden a la administración nacional. "El efecto neto es muy distinto por provincia y depende de la ’suerte’ en el reparto discrecional", acotó.
"Lo que se llevó Santa Cruz es siete veces más que el promedio del resto de las provincias en un escenario en el que esos distritos sólo reciben un cuarto del total de la recaudación nacional", argumentó. Según sus cálculos, las pérdidas por impuestos ascendieron a unos U$S  48.773 millones desde 2003 hasta el año anterior, mientras que las transferencias discrecionales totalizaron los $ 24.431 millones. "Es claro que la Nación a los gobernadores sólo les devolvió la mitad de los fondos", agregó.
En base a sus cálculos, en el que el único distrito ganador en el reparto de los fondos fue Santa Cruz, la fotografía se completa con las otras jurisdicciones que sí perdieron. En este contexto, pueden mencionarse el siguiente cuadro.
• La Rioja, Chubut, Tierra del Fuego, La Pampa y Neuquén fueron las provincias que menos dinero resignaron en los últimos seis años por las transferencias .
• El segundo lote puede completarse con Jujuy, Río Negro, Misiones, San Luis y Formosa.
• Un tercer lote se compone con Catamarca, San Juan, Santiago del Estero y Chaco.
• El cuarto grupo de perdedores está integrado por Salta, Entre Ríos, Corrientes y Mendoza.
• En el último lote de los distritos que más plata perdieron en el envío de fondos discrecionales desde 2003 a 2009 se inscriben Tucumán, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires. Estas cuatro jurisdicciones, paradójicamente, son las que mayor caudal electoral poseen en la Argentina.

El nuevo esquema
Lousteau consideró que el Gobierno nacional apeló a distintas estrategias para financiarse. En una primera etapa, recordó, se financió con el flujo presente de ingresos. En otras palabras, la administración presidencial de Néstor Kirchner, apeló a una mayor recaudación fruto del crecimiento económico del momento, que se catapultó con un incremento en los precios internacionales de las materias primas y que se afianzó con un suba de las alícuotas.
"Una prueba de lo que se llegó con estas políticas es que la presión tributaria (equivalente al 28% del Producto Bruto Interno) está en niveles récord", planteó el ex ministro de Economía.

Raspando la olla
Con la crisis, el Gobierno nacional hizo más hincapié en la plata que gira discrecionalmente a las provincias. Así, por caso, la distribución de los recursos cayó en siete puntos. (ver infograma)
La perspectiva de Lousteau coincide con la visión de la mayoría de las consultoras especializadas en el análisis de la cuestión fiscal. Estos informes privados confirman que la gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner está transfiriendo menos dinero del garantizado por ley para las provincias (el equivalente al 34% de la recaudación nacional).
Con la situación política reinante, Lousteau observó que los gobernadores se encuentran entre la espada y la pared. Más aún ahora que se discute la distribución integral de lo producido por el impuesto al Cheque que puede redundar en un reparto global de $ 8.500 millones anuales para las 23 provincias y para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
"La Nación puede decirles que les dará plata a los gobernadores si esto no apoyan aquellos cambios y me planteo que debe ser difícil para un gobernante decir que tengo que acompañar (un proyecto político) con cosas que, a lo mejor, no quiero hacerlo", indicó.
La complejidad en la decisión de los gobernadores pasa por los privilegios que pueden llegar a darle en el trato con la Nación. "Tal vez no puedan asignar prioridades y es lo que está pasando o quieran impulsar un proyecto político propio, distinto a la Casa Rosada", describió.
Desde este contexto, Lousteau consideró que los ruidos de la política seguirán dominando el escenario argentino, independientemente de que su economía crezca a razón del 4% anual. Lo que no le cabe dudas es que la gestión kirchnerista seguirá raspando la olla en busca de más fondos para financiar un gasto público que no para de crecer y que esa política puede ser suicida si se la mantiene en el tiempo. Frente a esa situación es que nació el Fondo del Bicentenario, como un instrumento que -al menos- intenta tapar los baches fiscales, más que cumplir con el pago de los vencimientos de la deuda de este año.

Fuente: La Gaceta

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