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8 de Diciembre de 2013 - Política

La Rioja-Mirador Político: Efecto cascada

La situación de convulsión generalizada que se vive en gran parte del país, a raíz de los hechos lamentables sucedidos en Córdoba por los reclamos que derivaron en caos y saqueos, también tuvo su réplica en La Rioja. Afortunadamente, la situación no pasó a mayores, pero se caminó al filo de abismo durante la azarosa madrugada del viernes último.

 
El “efecto Córdoba” provocó el inicio de un proceso escalonado con inciertos y peligrosos desenlaces. Sucede que luego del logro alcanzado por la fuerza policial de esa provincia, y tras lamentar hechos de vandalismo y violencia inusitada, el ejemplo cundió para ser aprovechado en otros distritos, donde los problemas y falencias son similares. 
Ese contagio replicó en Santa Fe, Neuquén, Río Negro, Catamarca, San Juan y por ende La Rioja, que no fue la excepción. El rumor sobre un posible acuartelamiento para reclamar por mejores condiciones laborales e incremento de salarios, comenzó en las primeras horas del jueves, pero nadie suponía que finalmente se desataría el conflicto que estuvo a punto de transformarse en un caos incontrolable. 
Con el correr de las horas, el rumor se transformó en una confirmación, al menos en lo que respecta al malestar entre las filas policiales y que se cristalizó en una reunión en un paseo público barrial. Los ánimos no eran los mejores y la presencia de un cuerpo de abogados asesores, daba la pauta que no era una cuestión improvisada, ni mucho menos. El nerviosismo llegó al extremo de atacar a los trabajadores de prensa, que quisieron registrar momentos de la reunión. 
Una vez puntualizados los requerimientos, la decisión fue plantar bandera y exigir una solución al Gobierno. En el medio nada se descartaba, pues la palabra acuartelamiento sonaba cada vez más fuerte y no fueron pocos los que recordaron aquel conflicto del año 2000, cuando la fuerza adoptó medidas extremas acuartelándose en el camping cercano al dique Los Sauces. 
Si bien el objetivo inicial fue tomar un edificio público como la emblemática comisaría Primera, la protesta se concentró frente a la Casa de Gobierno, que con el correr de las horas se transformó en epicentro de un atípico reclamo, pues quienes habitualmente protegen el lugar ante los reclamos de otros trabajadores, ahora eran quienes prendían fuego a las cubiertas, lanzaban bombas de estruendo y entonaban cánticos de reproches. 
A sabiendas que la paralización del servicio de seguridad es clave para mantener la calma social, los efectivos jugaron a fondo y exigieron un aumento contundente al sueldo básico. Al grupo original comenzó a sumarse personal de las dependencias con móviles y motos incluidas, además de las noticias que llegaban del interior donde comenzaban a concentrarse voluntades para viajar a la Capital y apoyar las medidas. 
Fue una larga noche para muchos, especialmente para aquellos que se encargaron de las negociaciones, para tratar de arribar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes en pugna. Los ánimos no eran los mejores y la exaltación de algunos efectivos repercutía negativamente, al margen de una sensación de caos latente en la ciudad. La comunidad se mantuvo en vilo a la espera de que la situación no se desborde, como sucedió en Córdoba. 
Fue el ministro de Infraestructura, Néstor Bosetti, quien en nombre del Gobierno llevó una propuesta de aumento junto al secretario de Gobierno, Ariel Marcos, máxima autoridad del área en conflicto presente, pues el ministro Felipe Alvarez se encontraba en Buenos Aires. Más tarde se sumó su par de Salud, Juan Luna y el secretario de Prensa Luis Solorza, para reforzar la propuesta oficial que se enfrentaba a los intereses de una comisión policial muy dura y firme en su requisitoria. 
El jefe del comando superior, Luis Bonader, fue quien se llevó la peor parte por las fuertes recriminaciones que recibió de sus subordinados, creándose un clima de alta tensión, que se contagiaba a los ánimos de los manifestantes en las afueras de la Casa de las Tejas. Si a esto se sumaba las tristes participaciones tuiteras de la oposición y la agitación mentirosa de algunos medios alternativos de comunicación, el panorama no era alentador. 
Con los primeros albores del viernes, y tras reiteradas frustraciones, Bosetti y compañía lograron destrabar el conflicto y firmar con el abogado representante de la fuerza, Guillermo Galván, un acta acuerdo donde hasta abril próximo, el sueldo de la Policía tendrá un incremento escalonado que rondará el 60 por ciento. Fue notable el esfuerzo realizado para permitir que rápidamente todo vuelva a la normalidad. 
Lamentablemente, la calma no duró mucho tiempo, pues al conocerse la noticia del incremento obtenido por la fuerza policial, los demás agentes de la Administración Pública con su respectiva representación gremial, pusieron el grito en el cielo para pedir equiparación. 
De este modo, los judiciales, personal de la salud, de la obra social y municipales, adoptaron medidas similares de toma de los edificios y se preparan marchas para la semana que se inicia. Con este panorama mixturado entre buenas y malas noticias, apareció el gobernador Beder Herrera para dar una conferencia de prensa que dio mucha tela para cortar. 
El logro de haber superado el conflicto policial quedó en la nebulosa, al expresar su sentimiento de dolor por la actitud que tuvo la fuerza de plantear el reclamo de este modo, poniendo en vilo a la sociedad sin reconocer todo lo que el Gobierno hizo por la Policía. 
Pero lo que más levantó polvareda, fue la contundencia con la que expresó que no podrá atender ningún reclamo de aumento salarial más, porque no tiene un peso partido por el medio. El argumento expresado fue, que los compromisos salariales afectan casi la totalidad de los fondos que recibe la provincia desde la Nación. 
Se abre una semana compleja, donde podrían enfrentarse dos posiciones claramente definidas. Por un lado, los sectores que reclamarán igual tratamiento que los policías y por el otro la negativa expresa del Gobernador de no admitir planteos y con la seria advertencia para quien haga paro, se produzca el descuento de los días o llegar al extremo de la cesantía. 
Este es el momento en que todos debemos pugnar por sostener la paz social que tanto costó conseguir y que pueda primar la razonabilidad, para no llegar a extremos que después tengamos que lamentar como sociedad. Este es el compromiso que debemos asumir todos los actores sociales y también quienes tienen la obligación de gobernar ajustados a derecho, con el respeto de las garantías constitucionales que nos rigen. 
 
MOVIDAS POLÍTICAS 
El impensado conflicto policial opacó una semana con importantes novedades en la arena política vernácula, con la asunción del ministro de Desarrollo Social, Marcelo del Moral, que se lo vio movedizo con reuniones sectoriales, pero que internamente ya habría generado las primeras rispideces con cambios en la estructura, dejando de lado gran parte de los colaboradores de la secretaria Silvia Gaitán. Este es un problema que no termina acá y promete algunos coletazos. 
El intendente en licencia de Castro Barros, llegó para suplantar a Teresita Madera, que asumió como diputada nacional junto a su par reelecto Julio Martínez. La referente del bederismo llega para fortalecer la presencia oficial riojana en el Congreso. 
Justamente los intendentes que propulsaron la presencia del costeño en esa cartera, tenían previsto reunirse el viernes en Patquía, pero todo quedó abortado por los hechos convulsionantes relatados. Se espera que se fije una nueva fecha para el encuentro, donde también participarían varios diputados. Allí seguramente se verá cual es el grado de cohesión que pueden ostentar los jefes comunales adeptos al bederismo, pues se rumorea que al menos existen tres sectores bien definidos. 
Donde tampoco están bien afianzadas las relaciones es en la Cámara de Diputados, que esta semana que pasó tuvo su renovación parcial, luego de las idas y vueltas con los fallos de la Justicia Electoral. No sólo hay que hablar de la oposición que hizo pie con la Fuerza Cívica Riojana (aunque los radicales armaron rancho aparte de la ambientalista Lucía Avila o viceversa), sino también que la situación del bloque oficialista no esta definida del todo y se esperará a marzo para discutir los nombres para la cadena sucesoria de mando y la conducción política del cuerpo. 
La jura de Florencia López como vicepresidenta Primera despertó resquemores, que el año próximo se acentuarán al momento de llegar al consenso para elegir autoridades. Más allá de todo esto, lo que sorprendió a algunos fue la renuncia a la Secretaria de la Gobernación y posterior asunción de Alberto Paredes Urquiza. 
Decimos “algunos” porque esta columna había anticipado a principios del mes pasado que el funcionario iba a asumir su banca. Lo que se desconoce es lo sucedido en el medio, y cual fue la determinante para renunciar a un cargo clave dentro del esquema de Gobierno, especialmente por el manejo de recursos. 
Mientras esa cartera que ocupaba Paredes Urquiza quedó vacante, los cambios en el gabinete continuarán cuando mañana jure Luis Angulo en la Secretaría de Seguridad, lo que derivará en el inminente cambio de la Jefatura de Policía. El hombre elegido para reemplazar a Bonader, sería Luis Páez. Mientras que el Ministerio de Gobierno también podría quedar vacante hasta el próximo año, pues ya se confirmó otro anticipo de esta columna, que Felipe Alvarez desembarca en el PAMI en lugar de Pablo “Palloma” Herrera. 
En tanto, para hoy está prevista una reunión en la finca La 6 del Gobernador, con todos los concejales capitalinos, en el marco del pan de concertación que comenzó a desarrollar Beder Herrera, en temas relacionados con la institucionalidad de a provincia y el departamento Capital.  
 
Fuente: El Independiente

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