Viernes 09 de Mayo de 2025
4 de Junio de 2013 - Política

La Rioja-La revolución del 4 de junio de 1943 puso una bisagra en la historia nacional

Por Isabel Marta Salinas (*)

A mediados del siglo próximo pasado, nuestro país era gobernado por conservadores y alvearistas, que manejaban el país, privilegiando sus intereses, excluyendo a la mayoría social, que eran los invisibles, silenciados e ignorados por un gobierno que representaba los intereses de una minoría privilegiada. Las componendas, manipulaciones, fraudes y proscripciones en la política, era la forma en que el poder se repartía entre un grupo elitista y se aseguraba su permanencia. 
El diario La Vanguardia caracterizó el gobierno del entonces presidente Ramón Castillo, como “el gobierno de la burla y el sarcasmo. Su gestión administrativa, se desenvolvió en el fango de la arbitrariedad, el privilegio, la coima y el peculado. Toleró ministros y funcionarios ladrones, y firmó, displicentemente, medidas que importaban negociados. Nada, ni nadie, le contenía de su insana política de rapacidad y de oligarquía. Eligió su sucesor, a pesar del clamor de la opinión pública y de la repugnancia de algunos miembros del partido oficial. La fórmula de los grandes deudores de los bancos oficiales, contaba con la impunidad oficial”. 
La sociedad necesitaba cambios, pero el poder quería mantener sus privilegios e intereses, con ese fin, pusieron en marcha la maquinaria de corruptelas, tendientes a elegir los candidatos que representaban sus intereses, la fórmula elegida estaba integrada por Robustiano Patrón Costas y Uriondo, para los cargos de presidente y vicepresidente de la nación, y el medio que posibilitaba la elección de los representantes de la oligarquía era el llamado “fraude patriótico”. Esa cadena de maquinaciones, fue frustrada por la revolución del 4 de junio de 1943, cuyo objetivo, era tomar el poder para realizar una profunda transformación social y política en el país. Los ideólogos de este movimiento, fueron los integrantes del Grupo de Oficiales Unidos (GOU), del cual el general Perón fue su ideólogo y mentor. Ese día, el país despertó con las noticias de un golpe armado. Las fuerzas del Ejército, al mando del general Arturo Rawson, marcharon sobre la Casa Rosada y depusieron al presidente Ramón Castillo, sin disparar un solo tiro. 
En la proclama revolucionaria, los ideólogos revolucionarios expresaban: “…Las Fuerzas Armadas de la Nación, fieles y celosas guardianas del honor y tradiciones de la Patria, como asimismo del bienestar, los derechos y libertades del pueblo argentino, han venido observando silenciosa, pero muy atentamente, las actividades y el desempeño de las autoridades superiores de la Nación. Ha sido ingrata y dolorosa la comprobación. 
Se han defraudado las esperanzas de los argentinos, adoptando como sistema, la venalidad, el fraude, el peculado y la corrupción. Se ha llevado al pueblo al escepticismo, y a la postración moral, desvinculándolo de la cosa pública, explotada en beneficio de siniestro personajes, movidos por la más vil de las pasiones. Dichas fuerzas, concientes de la responsabilidad que asumen ante la historia, y ante su pueblo, cuyo clamor ha llegado hasta los cuarteles, deciden cumplir con el deber de esta hora, que les impone salir en defensa de los sagrados intereses de la Patria. La defensa de tales intereses, impondrá la abnegación de muchos, porque no hay gloria sin sacrificio. 
Propugnamos la honradez administrativa, la unión de todos los argentinos, el castigo de los culpables y la restitución al Estado, de todos los bienes mal habidos. Sostenemos nuestras instituciones y nuestras leyes, persuadidos que no son ellas, sino los hombres, los que han delinquido en su aplicación. Anhelamos firmemente la unidad del pueblo argentino, porque el Ejército de la Patria, que es el pueblo mismo, luchará por la solución de sus problemas y la restitución de derechos y garantías conculcados.  
 
Fuente: El Independiente

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