Por Fernando Viano
La memoria más reciente hará recordar casi de inmediato a los amantes de la buena música, y también de la historia, que allá por marzo de este 2012 pasó por el país uno de los espectáculos más considerados a nivel mundial y que batió todos los récords de taquilla con nueve estadios River Plate consecutivos. La obra: The Wall. Su intérprete: el ex líder de la mítica banda británica Pink Floyd, Roger Waters. Muchos analizaron fervientemente, por aquel entonces, el por qué de semejante fenómeno de masividad para una obra que supera ya los 30 años, pero que mantiene, sin embargo, una llamativa vigencia. Esa vigencia que sólo pueden tener las grandes obras, capaces de atravesar todo tiempo y espacio y teñirse entonces de una continuidad en lo cotidiano y más allá de las tantas interpretaciones a las que puedan ser sometidas. The Wall, es una composición hacia el adentro de su autor, pero que supo y pudo trascender todas las fronteras, incluso del muro construido por el propio Roger Waters (ladrillo por ladrillo en la pared), sumido en una historia individual que luego se transformó en colectiva, gracias a una notable concepción política y abarcativa que le permitió enfrentar sus propias limitaciones para al fin vencerlas. De adentro hacia afuera. Porque por lo general, el problema suele estar en uno, antes que en los demás. Y superar esos problemas, depende mucho más de uno que de otros. Una historia similar, pero de menor valía -por la calidad de los intérpretes y por la concepción de la obra-, vive hoy la Capital riojana y, para ser más específicos, el Palacio Ramírez de Velasco. La comuna capitalina construye hoy el muro en que se recluye, al tiempo que enfrenta uno de sus capítulos más controvertidos y controversiales en el adentro, en el armado y elaboración de su propia historia que, no obstante, está mucho más cerca de los baches que de las paredes, como producto inevitable de sus limitaciones y deficiencias. Y bien sabido es que los baches, a diferencia de las paredes, van siempre, inevitablemente, hacia abajo (aunque de seguir así la situación, no sería descabellado pensar en que un día de estos los riojanos asistamos a la maravillosa visión de baches en el cielo). Pero es de esperar que, de alguna manera, en la última semana que pasó los riojanos hayamos asistido a la última radiografía de cuán bajo se puede caer -no sólo en materia de baches-, y que eso signifique que de aquí en más comencemos a asistir a una obra en la que los intérpretes hagan mejor su faena y en lugar de ofrecer a los ya aburridos espectadores la imagen de un ring con un sólo boxeador en busca de contrincantes, muestren un escenario mucho más próximo a la -¿verdadera?- gesta que pretenden “vender”. Por ahora, vale decirlo, la parodia maestra del Municipio capitalino se parece mucho más a la película Náufrago, interpretada por Tom Hanks, en la que el protagonista queda solo con su soledad en una isla igualmente sola, que a la ópera floydiana que encarna desde su individualismo Roger Waters, pero que no para de sumar adeptos. Tal vez, el factor principal para que esto ocurra radique en que la dirigencia municipal -salvo alguna honrada excepción mesurada y dialoguista- trabaja mucho más en alejar que en acercar posiciones. Y es, justamente, en este contexto que permanentemente la comuna capitalina busca rivales con el único objetivo de evitar enfrentar a los fantasmas que, como consecuencia de una -a todas luces- pésima estrategia comunicacional y de imagen, son más propios que extraños. Pero, se sabe, siempre es más fácil echarle la culpa al otro que asumir las propias responsabilidades, que mucho tienen que ver con un paupérrimo asesoramiento que, hasta ahora, no ha hecho más que desgastar la ya desgastada imagen de un Intendente que se muestra nervioso, desmesurado y que no logra acertar con la realidad.
Vs. El Gobierno
Primero la batalla fue con el Gobierno provincial, al que a partir de una lectura errónea de un conflicto social que conmovió la tranquilidad de los riojanos a principio de año, el Municipio intentó socavar haciendo propia la lucha ambientalista en contra de la minería a cielo abierto cuando, en rigor de verdad, sabido es por todos, o al menos por la mayoría, que dicha postura difícilmente pueda ser sostenida en el tiempo. Y no simplemente por una interpretación errónea de la cuestión en sí, sino fundamentalmente porque más que demostrado está que pocas líneas de pensamiento son sostenidas en el tiempo en territorio municipal, donde a las ideologías le quedan bien cualquier colectivo, pero si es de Riojano’s, mucho mejor.De otra manera, difícil sería explicar, entre otras tantas cuestiones, que de un día para el otro se critique la política salarial del Gobierno provincial que anteriormente se elogiaba; o que se construyan alianzas de dudosa procedencia y más dudosa continuidad (con el radicalismo y otros sectores); o que se castigue y cuestione públicamente a quienes antes eran los amigos útiles de turno, sencillamente porque hoy expresan una realidad diferente y ya no sirven para la causa.
Vs. El comercio
Pero no sólo con el Gobierno se trabó en lucha el Municipio. También lo hizo con el Centro Comercial e Industrial y con los comerciantes en su conjunto, al tratar de imponer una tasa de seguridad e higiene que a todas luces aparecía como desproporcionada, al tiempo que inconsulta, y que derivó en una catarata de presentaciones judiciales que generaron, a su vez, una resolución tajante de la Justicia en favor de quienes se sentían perjudicados, en definitiva, la gente que trabaja a diario. Vale recordar que, en medio de todas estas trifulcas, también cayó en la volteada la Unión de Industrias Riojanas (UNIR), intimando el Municipio a algunas empresas a que se fueran de la Provincia si no les gustaba el nuevo panorama, tasa incluida.
Vs. Los vecinos
Con todos esos riojanos se enojó la Municipalidad e hizo palpable ese disgusto a través de movilizaciones encabezadas por el SOEM, convirtiendo al centro capitalino en un verdadero caos y perjudicando largamente a los comerciantes y al ciudadano común, que simplemente tiene derecho a moverse con libertad por las calles de su ciudad. ¿El motivo para salir a manifestarse? El reclamo por una ley de coparticipación municipal que nunca pudo obtener la adhesión del resto de los intendentes -salvo la excepción del famatinense Bordagaray-, para la cual sólo bastaba con seguir los mecanismos institucionales; algo tan simple como hacer ingresar el proyecto por mesa de entrada de la Legislatura provincial y aguardar por su tratamiento, como cualquier cristiano. Pero sólo cayó en la realidad concreta el Municipio cuando evidenció con cierta tristeza y decepción que el reclamo planteado no pegó nunca en el vecino de la Capital -que sólo espera que la comuna cumpla con la prestación de los servicios que no presta- y que la bravuconada se redujo sólo al ámbito de los empleados municipales, muchos de los cuales expresaron públicamente su enojo porque se veían “obligados” a concurrir a las marchas.Pero los riojanos, y especialmente los capitalinos, no ganamos para sustos y en medio de los constantes reclamos del municipio por los fondos que supuestamente no tiene o que supuestamente no le alcanzan, asistimos a la noticia de la compra directa en 1 millón de dólares de una vieja casona en el centro de la Ciudad, lo que derivó en una verdadera andanada de críticas -por demás justificadas- que, aún más, exacerbaron la ira del jefe comunal.
Vs. La Justicia
Entonces llegó el turno de la Justicia, a la que ya se había atacado desde el municipio por fallar a favor de uno de los recursos interpuestos en contra de la tasa de seguridad e higiene, al igual que en torno a la ley de coparticipación municipal, y hubo que escuchar entonces las reflexiones del concejal oficialista “Harry” Pérez sobre la primera de las cuestiones.El edil, además Vicepresidente del Cuerpo Deliberativo, sobrino político del Intendente y mandamás en el Mercado Municipal deslizó con total holgura y sagacidad que “a partir de esto cualquier ordenanza puede ser anulada”.Y sí, señor Pérez, efectivamente todas las Ordenanzas, Decretos, Leyes y Reglamentos están sujetos al control jurisdiccional, al control de la Función Judicial, principal sostén del Estado de Derecho. La Función Judicial realiza un control de legalidad y de constitucionalidad de las leyes, decretos, ordenanzas y resoluciones que dicte el Estado para garantizar que no se avasallen los derechos del ciudadano o de otros órganos estatales.Y ese avasallamiento -al que el Municipio parece estar afecto en los últimos tiempos- pudo haberse puesto de manifiesto en la pretendida nueva tasa de seguridad e higiene, que a su vez pudo ser confiscatoria.
Vs. La “corpo”
Pero no sólo allí. Porque al ataque a la Justicia sobrevino luego la embestida contra la prensa, en esto de que hay que buscar un contrincante para una pelea que, a todas luces, es tan infructuosa como pelear con su propia sombra. Entonces, la nueva gesta es contra la “corporación mediática” -al decir del Intendente-, haciendo propio el discurso K en materia de lucha contra algunos medios de comunicación obviando, obviamente, que muy lejos está de tener la misma espalda que el Gobierno nacional.Pero en el concepto, al menos en el concepto, se trata de lo mismo: la condena a los medios forma parte de un juego perverso tendiente a coartar la libertad de prensa mediante la instalación de un clima enrarecido que, indefectiblemente, pretende desembocar en el silencio y la autocensura, mientras desde los medios propios (Radio Municipal, por ejemplo y alguna que otra página web), se efectúan las mismas prácticas que, dicen, es necesario contrarrestar.Allí, en la condena pública a la libre expresión, radica el objetivo de enviar un mensaje intimidatorio que instale el temor de la reprimenda ante cualquier publicación que pueda molestar al Intendente o a algún desvelado asesor que, a esta altura -y según se viene instalando en el seno mismo del municipio- parece estar “incentivado” -al mejor estilo Patronato de Paraná- por el “enemigo” que habita en la Casa de Las Tejas, para el que -sugieren- trabaja.
¿A derribar el muro?
Al término de The Wall, Roger Waters derriba el muro que es su propio muro y la ovación sobreviene de inmediato. Finalizó un show apoteótico y todos aplauden de pie, conscientes de haber asistido a un espectáculo histórico y único. Es precisamente allí, en ese momento, en que los paralelismos se tornan, mínimamente, complicados. ¿Qué pasará cuando el Municipio capitalino derribe el muro en el que se encierra y queda cada vez más aislado y solo? ¿Qué ocurrirá cuando termine la parodia y los problemas, como ladrillos en la pared, sigan siendo los mismos? ¿Y qué ocurrirá cuando al final del espectáculo, los capitalinos -lejos, muy lejos de aplaudir de pie- asistamos a la irrefutable realidad de que todo no fue más que otro bache en la Municipalidad y que los baches, todos, y la basura, toda, y las obras inconclusas, todas, siguen estando en el mismo lugar?
Fuente: Nueva Rioja
La Rioja Municipal - La Rioja - Argentina