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20 de Diciembre de 2011 - Neuquén

Neuquén-La Capital, una ciudad inaccesible

Un gran porcentaje de los edificios públicos presenta barreras arquitectónicas. Modernos o antiguos comparten las mismas falencias y, desde el diseño, resisten el acceso de usuarios y contribuyentes.

Aunque un edificio cumpla con todas las reglas que plantean las leyes y ordenanzas municipales para garantizar la libre circulación de las personas, no siempre se logra la accesibilidad. Si una rampa para discapacitados obliga a recorrer el doble o más de la distancia que hay a través del ingreso tradicional hasta una puerta de una oficina pública, hay un problema. Esta situación se refleja en una gran parte de los edificios públicos de la ciudad que, salvo algunas excepciones, desde su diseño presentan barreras a quienes tienen que realizar un trámite, pagar una cuenta o utilizar un servicio.
Desde la Legislatura provincial, pasando por la Municipalidad de Neuquén, dependencias municipales o provinciales que, descentralizadas, funcionan en casas de familia adaptadas como oficinas públicas; el edificio del Tribunal Superior de Justicia y hasta el moderno Centro Administrativo Ministerial presentan algún tipo de barrera para las personas.
El edificio legislativo, por ejemplo, mira desde lo alto a los neuquinos y, si bien podría argumentarse que la geografía del lugar en el que se construyó condicionó el diseño, la decisión de separar cerca de 200 metros la puerta principal de la calle, con paredes, casetas de seguridad y una pronunciada escalera de piedra que sólo puede sortearse rodeándola o utilizando una rampa en zigzag que complejiza la tarea, obedece a un criterio arquitectónico. Similar al que evidencia el CAM, a donde por estos días sólo se accede a través del ingreso previsto para los autos, también luego de recorrer una considerable distancia para rodear el parquizado y la barrera de seguridad. El ingreso para peatones, que permite reducir los metros de asfalto, calle y vereda hacia cualquiera de los dos edificios que funcionan en el complejo, nunca se habilitaron.

Viejas estructuras
El caso del edificio del Tribunal Superior de Justicia o la Municipalidad, como otras oficinas públicas dependientes de distintos organismos, reflejan otro problema: son antiguas, algunas más que otras, y cuando fueron construidas no existían los criterios que hoy rigen para el libre acceso. Eso se refleja desde las escaleras hasta el tamaño de los ascensores, que por ejemplo, no son lo suficientemente espaciosos como para permitir maniobrar con libertad una silla de ruedas.
En las viviendas que se adaptan como oficinas las dificultades son mayores, con un pasillo angosto como la de menor importancia y escaleras eternas, con áreas de atención en segundos pisos, las más graves.

La Defensoría advirtió falencias
Las deficiencias en la accesibilidad a edificios públicos y privados, las barreras arquitectónicas, la ocupación de espacios destinados al estacionamiento para discapacitados, la obstrucción de rampas en la vía pública y las dificultades para viajar en transporte público son motivos recurrentes de quejas en la Defensoría del Pueblo de la ciudad.
Junto al Colegio de Arquitectos y organizaciones de la sociedad civil, el organismo realizó un estudio de campo para verificar si las veredas y áreas de estacionamiento, por ejemplo, se ajustaban a la normativa. La conclusión, según un informe reciente de la Defensoría, apunta a la falta de acondicionamiento de las veredas por desniveles, por ocupación comercial o por obras en construcción. También la falta de elementos de comunicación para discapacitados visuales mediante sistema Braille o de audio en edificios públicos y la falta de semáforos sonoros en la vía pública.

“El acceso debe ser igualitario”
Nadia Heredia es licenciada en Filosofía, un título al que llegó con mucho esfuerzo. Una cuota importante de esa energía extra, no sólo durante su carrera sino también durante su vida, la tuvo que invertir en sortear los obstáculos que presenta la falta de accesibilidad.
“Una rampa más larga, que implique un camino más largo que otro, es discriminación. Se debe garantizar el acceso igualitario”, afirma Nadia. Se queja de las calles y veredas antes que de los edificios, porque es allí donde encuentra las primeras barreras. “Al correo hay que entrar por el garage, por la puerta de atrás. Y las rampas de la Municipalidad están rotas, detalló, por citar algunos ejemplos de la que identificó como una ciudad “no adaptada”.

Fuente: La Mañana

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