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19 de Diciembre de 2011 - Río Negro

Río Negro-Soria, un difícil camino por delante

Viedma- A un ritmo intenso y sin pausas el gobernador electo de los rionegrinos empezó a recorrer los primeros tramos de su gestión, en una provincia crispada por dificultades acumulativas, que ya están poniendo a prueba su tenacidad ante los obstáculos de magnitud que afronta.

Carlos Soria se vio obligado por imperio de las circunstancias a peregrinar a Buenos Aires y obtener fondos de auxilios para asumir el pago de los aguinaldos antes de fin de año. Y recursos por 90 días para asegurar el funcionamiento del Estado. “Nada más que por 90 días", exclamó con optimismo, "porque después la provincia despega sola". Ese es el rumbo para obtener la tan ansiada, “soberanía económica” que predica.
Mientras tanto aquí en el fragoroso día a día, puertas adentro de la Casa de Gobierno, Secretarías y Ministerios, sigue al minuto el cumplimiento de los objetivos primarios establecidos para estos tiempos de escasez y privaciones: se alcanzó la reducción de la planta política a 147 funcionario. Ahora hay que retocar la dotación del personal.
Ese es el reclamo permanente, que adquiere perfiles conflictivos y provoca una generalizada preocupación.
Sobre todo ante la falta de precisiones sobre la cantidad de agentes públicos que cesarán en sus funciones por la finalización de contratos en el Ejecutivo, la Legislatura, becas y TyCs. Habrá que esperar.
Juan Carlos Scalessi se reunirá en cuestión de días con el gobernador para definir las pretensiones oficiales en materia de reducción de agentes, tanto los que deben su inclusión en el Estado por favores puramente políticos partidarios, y no desempeñaron función alguna, o los incorporados a planta permanente en los últimos meses.
No será un monólogo. UPCN hará conocer su opinión: “los que pasaron a planta permanente no se pueden tocar”.
Ocurre que hay distintas opiniones, faltando una información unívoca, que a su vez generan variadas interpretaciones que colaboran en soliviantar una situación de por sí muy sensible, sobre todo en Viedma donde este tipo de problema atraviesa verticalmente a la sociedad. De todas maneras el gobierno está dispuesto a disminuir los agentes del Estado desde ahora y hasta fines del 2012, en una cifra que posibilite disminuir el déficit mensual, y pagar los sueldos sin auxilio nacional. A Soria lo aguardan otros problemas contundentes como el de la fruticultura, cuyos productores están planteando exigencias imposibles de cumplir, a lo que se suma las dificultades del turismo en Bariloche y la ganadería ovina en el centro sur.

LOS JUECES, LAS MAFIAS Y LOS CIUDADANOS
La reflexión pública del gobernador Carlos Soria, de que hay jueces a los que les falta coraje para resolver situaciones de su incumbencia, que definió como “los jueces que no quieren mirar”, concretamente sobre la excusación de jueces en General Roca “ante un caso protagonizado por mafiosos”, trajo rápidamente a la memoria y al debate, muchas de las fallas que pueden identificarse en el sistema judicial argentino.
Una de las claves es la tremenda sensación de impunidad que percibe el ciudadano común, especialmente en materia de corrupción pública y en las maniobra de tipo económico.
Es casi una costumbre que distintos episodios irrumpan en los titulares de los diarios, radios y televisión, y después, las ostensible falta de independencia de los jueces haga que las causas finalicen sin culpables o prescriban con el sólo paso del tiempo.
Los ejemplos sobran y responden a hechos concretos sucedidos en los distintos tribunales del país, y que forman parte de la memoria colectiva. Contribuyen, no sólo al desprestigio de los jueces y del sistema judicial en su conjunto, profundizan el esceptisismo y el descreimiento de los argentinos en la justicia.
Días atrás un profesor de Derecho Penal de la UBA, Andrés Harfuch, decía que si se elabora una encuesta y se le pregunta a la gente: (“¿Usted confía en los fallos judiciales?”) la mayoría brindara una respuesta negativa, porque hay un conocimiento intuitivo en la sociedad que tiene una sabiduría colectiva en las cuestiones básicas.
También porque considera que el accionar judicial es una cuestión que le resulta ajena, porque es el único poder del estado en el que no participa el ciudadano. Volviendo a la referencia del gobernador Soria, incluida en su mensaje en la legislatura y a los pocos días, otro juez del alto valle libró un pedido de detención contra los presuntos responsable de maniobras denunciadas en plan de viviendas del Sindicato de Trabajadores Viales.
¿Se trató de una mera casualidad? ¿O fue necesario que el primer mandatario rionegrino tuviera que usar la tribuna parlamentaria y cuestionar lo que todos sabían, desde funcionarios, hasta jueces, comprendiendo hasta los propios integrantes del STJ?
¿Si el titular del ejecutivo no se hubiera ocupado del caso como lo hizo, la mora judicial se hubiera pronunciado sin variantes? ¿Todo seguiría igual?
Sobre temas como este, el Dr. Fernando Vallone, abogado y profesor de la UBA, sostiene que, la falta de independencia de los jueces es letal para cualquier investigación, y agrega que “esta anomalía proviene de diferentes motivos que se corresponden con cuatro prototipos de jueces fomentado por el diseño institucional de nuestra justicia: el temeroso, el condescendiente, el ambicioso y el corrupto”. Y caracteriza cada una de estas categorías.
El juez temeroso no logra mantener su independencia y resigna el caso porque tiene miedo de perder su puesto. No encuentra respaldo orgánico y se debate en la soledad entre, subsistir o ceder a las presiones.
El tipo de juez condescendiente adopta una posición laxa en las investigaciones. Percibe a los imputados poderosos como pares sociales que no merecen la cárcel, un destino propio de los marginales. Al respecto en un trabajo publicado en el diario “La Nación”, Vallone menciona al sociólogo norteamericano Edwin Suterland, quien subraya a su vez“… debe haber una fuerte vigilancia previa sobre las causales de excusación de un juez porque la homogeneidad cultural de los jueces con estos delincuentes, es determinante para lograr impunidad”.
El problema del juez ambicioso, que pretende seguir escalando posiciones en la carrera judicial, y utiliza como moneda de cambio este tipo de causa; se puede bloquear, además de corregir el método de designación, con un cambio en la organización judicial de la que se trate.
El cuarto tipo de juez, el corrupto, que vende su voluntad por dinero o favores, sobrevive en un sistema de remoción engorroso y manejado por actores políticos y principalmente, por una corporación judicial que, pese a no acompañarlo, no hace lo suficiente para expulsarlo de su seno.
Concluye Vallone, que hay una reforma del sistema que se impone para terminar con todas estas especies de jueces: “el control de la sociedad”. La hipótesis de máxima es la implementación de los juicios por jurado, una formula constitucional prevista en la Carta Magna de 1853. Es oportuno recordar aquí que en Río Negro hay un proyecto de reforma al Código de Procedimientos Penal, que aspira a establecer el juicio por jurados, una manera eficaz y directa, con la participación de la gente para terminar con la impunidad y los malos jueces. Y para que las resoluciones judiciales puedan ostentar legitimidad constitucional y su construcción, deje de ser el monopolio de los jueces y magistrados, que sean producto también del aporte de los ciudadanos de carne y hueso.
La hermana provincia de Neuquén ya introdujo el sistema de juicio por jurado, ¿faltará mucho tiempo para que ese cambio llegue a Río Negro y poder mejorar sustantivamente la administración de justicia?

Fuente: APP Noticias

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