Saiz, golpeado, se rehúsa a mostrarse cediendo su mando.
Hoy, en Río Negro, se entrelazan las incógnitas de un final de ciclo con las perspectivas del inicio de otro proceso.
Conviven instantes de la desintegración oficialista con la construcción del poder de una vieja oposición.
La elección del domingo fue irrebatible. La sociedad se volcó masivamente por el cambio. Un desborde de rechazo que no diferenció tramos locales. La UCR perdió municipios impensados. Puso en juego quince y retuvo cinco, porque ayer la Justicia resolvió que también perdieron en Belisle y Chichinales.
Perplejidad radical. Esa imagen quedó sellada en la intimidad de la noche del domingo de una vivienda roquense de calle Reconquista. Era cerca de las 21 y el gobernador Saiz, rodeado de íntimos (Gabriel Savini, Claudio Mozzoni y Sergio Wisky, aún no había llegado César Barbeito), abandonó el cálculo que hacía a partir de su escrutinio, proyectado en la pared. Lo abatió la realidad. La escena era desoladora, y difusa por la humareda de tabaco. Fue el preludio del próximo radicalismo.
Saiz creía que el oficialismo lograría otra victoria provincial. Intuyó mal. Pródiga en obras, su gestión profundizó la carencia institucional y la ruptura con la sociedad. Se repudió, sin más, el enquistamiento y el abuso en el poder, con sus características extremas en hechos de corrupción.
Ahora, esa estructura estallará. No hay otra. Será un gran desbande. "Un poder creado a billetera, desaparecerá con su pérdida", sintetizó un radical conocedor de esas covachas. El gobernador insinuó suspender toda medida que exprese un compromiso futuro. Sólo una instrucción que ya originó contracuerpos internos. Sí hay coincidencias para asegurar el pago de salarios. Ya se abona septiembre y quedarán dos masas, octubre y noviembre. ¿Diciembre y aguinaldos? Serán obligaciones para la nueva gestión, dicen. Hacienda recuerda que también debe cancelar sus cheques diferidos. El resto tendrá que esperar.
Congelar toda acción requirió Saiz al gabinete. Se molestó por su difusión, pues se resiste a que se asemeje a una cesión anticipada del mando a Carlos Soria. Así, esta transición será una compleja disputa, más personal que institucional y política. Soria repite que Saiz no lo llamó, y éste se niega a hacerlo.
La dupla electa Soria-Weretilneck no logró suspender el proceso de elección del nuevo juez del STJ porque el gobernador derivó esa decisión a cada opinión de los 24 consejeros del cuerpo que debe designarlo. La revisión judicial está en marcha porque se sabe que los elegidos pretenden una renovación mayor del STJ. Alberto Balladini y Víctor Sodero Nievas conocen de ese plan y preparan sus retiros frente a los primeros obstáculos.
Los electos sumarán –próximamente– otros límites: postergar resoluciones sobre los contratos petroleros y el programa agroalimentario firmado con China.
El riesgo fluye en el mundo petrolero. Hay múltiples intereses. Esta discusión provincial equivale a cientos de millones de dólares. Una comisión –que integran funcionarios, legisladores, el gremio y la FERN– evalúa propuestas para renovar una veintena de contratos que vencen entre el 2015 y el 2017. Soria tiene una visión: suspender todo y revisar el proceso, modificando sus criterios.
La sujeción de Río Negro a ese negocio no es menor. Por caso, sus partícipes fueron los canales que permitieron a Barbeito ensayar su jugada final para su campaña. Quería recobrar un apoyo nacional. La neutralidad K había quedado pulverizada al iniciarse septiembre cuando Soria logró el público cortejo del ministro y candidato a la vice, Amado Boudou.
Cuatro días después, la mañana del 8 de septiembre, Barbeito se ausentó de Río Negro y se reunió con Julio De Vido. Fue en el edificio de YPF de Puerto Madero. ¿Cómo fue? Confluyeron el convite y operatividad del mandamás de la petrolera, Enrique Eskenazi, y la subsecretaria de Hidrocarburos, Tamara Pérez Balda. El candidato voló a Buenos Aires en una aeronave de la petrolera, pero fracasó en el gesto buscado. De Vido fue atento y esbozó cierta queja por la injerencia de Boudou. Pero su contundencia afloró cuando se negó a la pretendida fotografía. Bosquejó cierto aval de obras. Allí está el germen del anuncio para Bariloche de otro aeropuerto, que luego haría Barbeito. ¿Se habló de la renegociación? Lo niegan. Ya poco importa.
El asunto también se coló en la audiencia de Soria con la presidenta Cristina Fernández. Aquél se concentró en la deuda heredada. El próximo año finaliza el período de gracia del programa de desendeudamiento y Río Negro deberá pagar más de 500 millones. La Nación seguramente renovará por otros dos años aquel plazo. La renegociación petrolera fue incorporada a la charla por Weretilneck. El futuro gobernador se retiró con ese tema en su agenda. Se anexarán también el desarrollo y un plan minero, más allá de la minucia del traslado de oficinas.
Soria liberó esta semana ansiedades y emociones. Parece querer recuperar el perdido tiempo de campaña, aquel que vivió –estratégicamente– con un discurso contenido o silenciado. Lo restableció y promocionó innumerables nombres y medidas. Ya se detectó que poco de lo dicho está confirmado. Hay espacio para más certidumbres. Prueba para corregir o ratificar tras el efecto causado. Es una táctica arriesgada.
Hay tiempo porque su proceso ni comenzó y se ajustará con la proximidad al acceso institucional. Por caso, el monto de la deuda total se aproxima a los 4.000 millones. Difiere Soria en cada mensaje y repite su golpe de campaña, que "se deben 4.500 millones a la Nación".
Falta delinear el esquema ministerial y así cerrar los hombres. Sólo está seguro el contador Enrique Palmieri, que será ministro de Hacienda.
El otro poder. Carlos Peralta será su puntal en el bloque y Ana Piccinini tendrá un rol fundamental, seguramente en Constitucionales. Hay una particularidad central: es la única abogada del grupo parlamentario. Piccinini mantiene una expectativa superior, recordando una propuesta de Soria para presidir esa bancada. Igual, no forzará esa posibilidad, reservándose protagonismo para los cambios de la Justicia que viene.
La próxima Legislatura tendrá mayoría absoluta del FpV y, además, habrá decisiones para contener tratos extraños. Weretilneck ya transmitió un lineamiento novedoso: los bloques serán aquellos de los partidos que participaron en la elección. Cinco boletas, cinco bancadas: Concertación, Frente, PPR, Unidos por Río Negro y ARI. En contrapartida, la Legislatura de hoy tiene 13 estructuras, aunque cuatro agrupaciones conformaron la compulsa del 2007. Esta modificación pronostica una vivencia diferente. Rápidamente, el radicalismo la expondrá. Nadie oculta que esa bancada opositora tiene dos aspirantes: Francisco González y Bautista Mendioroz. El primero dispone de mayor número de legisladores, pero el vice informó que no quiere compartir nada con esos referentes de Saiz. "Yo no voy a estar con ellos, no voy a oponerme cuando caigan los pedidos de desafueros", alertó. Allí se cobijan funcionarios y ex ministros con problemas judiciales, como González, Alfredo Pega y Cristina Uría.
Un ejemplo de los días por venir para los radicales, aunque Weretilneck está dispuesto a obligarlos a convivir institucionalmente en un mismo escenario. Sólo un ejemplo de la nueva disputa "opositora".
El cercano oficialismo tiene mucho por hacer aunque, realmente, todavía poco se sabe de en qué cosas piensa y cree para su gobierno.
Fuente: El Diario de Río Negro
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