Es debido a los crecientes conflictos gremiales que amenazan una segunda mitad de año con serios problemas económicos
El auxilio económico a 18 intendentes para que puedan cumplir con el pago del aguinaldo tendrá para ellos la intensidad de una gota de agua sobre el cuerpo de un insolado por lo efímero de la solución en el contexto de los futuros salarios, que en más de un caso todavía no se han definido y que mantienen en actitud de lucha gremial a los agentes municipales de 12 de las 36 comunas de la provincia.
La controversia, como se sabe, se debe a que los contestatarios exigen un aumento en las remuneraciones igual al acordado para los empleados de la Administración Provincial, incremento que, según sostienen, no pueden conceder por no contar con los recursos para ello.
Los 12 intendentes con la protesta en desarrollo están ahora, después de haber fracasado la conciliación obligatoria, a la expectativa de lo que resuelvan los gremios tras las frustradas paritarias. La respuesta patronal, por lo que se ha anticipado, será el descuento de los días no trabajados. En el otro sector de la disputa, el conductor de ATE, Arnoldo Núñez, criticó a los Intendentes por su presunta falta de predisposición para facilitar el acuerdo. “Es una falta de respeto a la clase trabajadora” dijo y agregó que vamos a “definir qué vamos a hacer”.
Pero la segura inquietud de los Intendentes no proviene sólo del pago del medio aguinaldo y de los nuevos sueldos que deberán oblarse a los trabajadores. La otra circunstancia es la inevitable sensación de que la segunda mitad del año se escurriese más rápidamente que la primera, de modo que el próximo sofocón ya se siente encima. Una vez más deberán pasar por el mismo trance y en peor insuficiencia pecunaria, si la incipiente crisis nacional siguiera el curso que profetizan los adversarios de la gestión del Frente para la Victoria, y si, no se hiciera realidad el repunte de la coparticipación federal que se esperaba para julio o agosto, plazo a punto ya de agotarse.
La mayoría de las intendencias tienen escasísimo margen para incrementar sus ingresos propios. Soporta una costosa administración –algunas deben destinar prácticamente todo sus dineros para sueldos de sus sobreabundante asalariados-. Y será casi imposible resistir la tentación de incorporar a otros nuevos, sobre todo por el pobrísimo mercado laboral en el sector privado.
Por otra parte, no resulta nada fácil imaginar despidos municipales en las localidades del interior, donde las aspiraciones a una calidad de vida más elevada se han agudizado por la promesa del nuevo gobierno de reivindicar a la Catamarca no capitalina disminuyendo enérgicamente las tradicionales diferencias entre el interior y la Capital.
Podría decirse, quizás, que la realidad hará a los Intendentes mejores administradores, verdaderos estadistas en su jurisdicción, más democráticos y, por tanto, más conectados con los diversos grupos de sus comunidades y más dispuestos a trabajar por sus pueblos.
Sería lamentable que siguieran ahondando la certeza de que siempre tendrán el socorro del Poder provincial en los momentos críticos, como el de estos días, si eso alentara una gestión desordenada, de administración no transparente, de improvisación e imprevisión.
Fuente: El Ancasti