La Pampa-Opción pampeana para el traslado de la Capital
Señor Director:
En una breve estada en Santa Rosa, el presidente de la cámara de Diputados (nacional), Julián Domínguez, dijo cosas interesantes sobre políticas agrarias y agroindustriales.
Ya como diputado y presidente de la cámara Domínguez llamó mi atención en dos temas. Primero fue cuando dispuso hacer justicia a Lola Mora, restableciendo las obras escultóricas que había elaborado la artista tucumana hace un siglo en la entrada principal del Palacio del Congreso. Esos grupos escultóricos, realizados en mármol de Carrara conforme a las orientaciones que entonces predominaban en ese arte, fueron ejecutados por Lola en el mismo lugar de su emplazamiento. A poco de la inauguración, ciertos criterios moralistas, por entonces todavía fuertes en las clases más altas, se impusieron y obligaron a sacarlos y colocarlos en un depósito. Un legislador catamarqueño consiguió que su provincia los obtuviera y fueron trasladados a su capital, donde siguen estando. No fueron traídos. Se los ha reproducido conforme a las técnicas más recientes y vueltos a colocar en su lugar. Este año, cuando se prolongan todavía las celebraciones del segundo centenario de Mayo, fueron restablecidos y se hizo justicia con aquella notable artista argentina, cuyas obras están también en otros lugares de Buenos Aires (la Fuente de las Nereidas, entre ellas) y de provincias del NO.
El segundo tema aludido surgió cuando Julián Domínguez actualizó la idea de trasladar la capital federal al interior. Se recordará que este modo de entender lo que conviene a la nación tuvo principio de ejecución en la presidencia de Alfonsín (1983-1989). Entonces se votó una ley que fijó el traslado del centro político y administrativo donde está la capital de la provincia de Río Negro. Allí mismo el río epónimo desagua en el mar. Con la crisis económica y política que incluso puso fin anticipado a esa presidencia la ejecución de la ley quedó interrumpido y fue abandonada. Domínguez entiende que el proyecto debe ser reflotado y sometido al debate correspondiente tanto para decidir el traslado como para determinar su localización. Él piensa que sigue siendo la mejor opción para determinar un crecimiento más armónico del país y opina que quizás lo conveniente es no insistir con Viedma y pensar en un sitio más en el centro y más hacia el norte del país. Esta propuesta no ha sido recogida, probablemente porque la Argentina debe ver si esta idea da respuesta a la nueva realidad social que se ha producido desde principios del siglo pasado, uno de cuyos rasgos fue el movimiento migratorio interior, en especial desde el noroeste y el norte hacia las grandes ciudades litorales, mayormente Rosario y Buenos Aires. Grandes masas de población paupérrima se han desplazado desde sus lugares de origen porque no sólo no se han producido mejoras allí, sino que hay fuerte decadencia por la eliminación de los bosques y el avance impetuoso de la frontera agrícola y la minería. Ese movimiento de los "cabecitas negras" se sumó a las últimas fuertes oleadas de inmigración europea, de fines del XIX y principios del XX. Una de las manifestaciones más notorias de estos cambios sociales fue y es la proliferación de villas miserias, manifestación extrema de la exclusión social. A ese fenómeno se agrega el efecto de cambios tecnológicos, que apiñan la escasa población argentina en las ciudades y despuebla las zonas rurales.
En tal contexto entendí el valor de oportunidad de este reverdecimiento de la idea de trasladar la capital, incluso para descomprimir Buenos Aires. Ahora bien, en su estada en Santa Rosa por otro motivo, Domínguez halló oportunidad para recordar el tema del traslado de la metrópoli y fue entonces cuando dijo que la localización en La Pampa, no sería "mala idea". Pero, como tampoco es una idea fácil de asimilar, valdrá que los pampeanos nos pongamos a pensarla.