Por falta de mantenimiento, las cinco piletas de oxidación no filtran los líquidos cloacales. La Municipalidad admitió que sólo trabajan dos de los veinticinco aireadores. Mira el video.
El recorrido hacia la planta de tratamiento de efluentes cloacales que administra la Municipalidad de San Luis, es más fácil ahora que el oeste de la ciudad tiene habilitado un tramo del Corredor Vial Central, el único que la provincia pudo hacer sin recibir reparos de la Nación y la comuna local porque no está en la traza del viejo ferrocarril San Martín. Así se llega de manera rápida al fondo de la calle Belgrano, donde hay que doblar a la izquierda y seguir los carteles que indican que vamos hacia la Dirección de Zoonosis. La confortabilidad vial termina 200 metros antes de la tranquera de madera, que alguna vez estuvo pintada de blanco, que tiene un escueto cartel que indica: “Piletas de oxidación”. Ese último trecho es de tierra y hay que pasar por un par de empresas del Parque Industrial Norte, entre las que se cuenta una química, antes de ingresar en un mundo que tiene bastante de surrealista.
La tranquera está abierta y no hay ningún control en la entrada. Quizá un anticipo de lo que espera más adentro, donde los efluentes cloacales de la ciudad de San Luis tampoco parecen tener ningún obstáculo para llegar al río debido a la poca –o nularesistencia que opone la planta de tratamiento con su vetusta y abandonada infraestructura. Construida hace unos 35 años para absorber los desechos de una población de 50 mil habitantes, hoy está desbordada por un San Luis que orilla los 204 mil, y que va en aumento. El camino de tierra continúa dentro del predio, ahora protegido por algunos árboles añosos y yuyos que hace rato no conocen lo que es una cortadora. Después de un par de curvas, desemboca en un llano y, en ambas márgenes, aparecen las piletas de oxidación que nos había anunciado sin mucha alharaca el cartelito de la entrada. Son cinco enormes piletones, dos a la derecha y tres a la izquierda. Hay uno vacío y otros cuatro en los que reposa agua estancada y maloliente, lo que no sería grave porque se trata de los desechos cloacales de la capital provincial. Pero el problema es que están al tope de su capacidad y carentes de un elemento esencial: los aireadores que permiten su funcionamiento.
El panorama es desolador y no sólo por el aroma o las moscas, felices por tener visitas, ya que se nota que por allí no pasa mucha gente a diario. Indudablemente las piletas de oxidación no funcionan, algo que ya había confirmado Roberto Espinoza, director de Medio Ambiente del Municipio. Los famosos aireadores están esparcidos por los espacios verdes que hay entre las piletas. Son enormes cilindros de metal con un sombrerito como los de los extractores de cocina. Lucen oxidados, podridos, en desuso. Su función, al igual que ocurre en las peceras que los chicos tienen en sus casas pero a gran escala, es proveer oxígeno al agua para que las bacterias hagan su trabajo de limpieza (o tratamiento) de los efluentes que vienen de las cloacas. Como no andan y ni siquiera están en su lugar, el agua está cianótica, o sea carente totalmente de oxígeno, lo que impide que haya vida.
Debería haber al menos cinco aireadores por cada pileta, pero Espinoza dijo en la semana que hay 23 fuera de circulación. Del destino de los otros dos mejor ni preguntar, deben andar hundidos en el agua pantanosa, similar a la que exhibe el Riachuelo de Buenos Aires. En los bordes crece el verdín y amenaza con tragárselo todo. Cuando el calor se haga sentir, allí no se podrá entrar ni con barbijo.
Al fondo, una excavadora es el único síntoma de trabajo que muestra la planta. Está rellenando el pedazo de terreno que linda con las primeras fábricas del parque industrial. La explicación oficial es que hay filtraciones de líquidos cloacales que provienende las empresas, lo que produce una laguna hedionda y acumulación de basura. Una pregunta que no tiene respuesta: ¿no sería mejor terminar con las filtraciones de alguna manera, antes de que lleguen al predio en el que se levanta la planta, en lugar de correr como los bomberos a tapar el agua ya acumulada?
Responsabilidad municipal. La competencia sobre las empresas es una de las puntas del problema que jaquea al río San Luis y a las poblaciones hacia el oeste. El Municipio jura que es de la provincia y apunta al contralor de los residuos peligrosos que, de acuerdo a los últimos estudios realizados en las aguas por el laboratorio Ecochem, no estarían llegando al río. Esto, de por sí, derrumba su argumento principal. Y la provincia, leyes en mano, devuelve la pelota al terreno de Enrique Ponce. Está presta a colaborar, como lo expresó la ministra Daiana Hissa. Pero deja en claro que la responsabilidad primaria es de la Comuna, que por otro lado rompió unilateralmente el Pacto Provincia-Municipios. Es cierto que hay algunas superposiciones y vacíos legales, pero la planta es enteramente municipal, al igual que el sistema de cloacas y la obligación de velar para que los vecinos no tengan un río contaminado. Por algo la Intendencia cobra una tasa para encargarse del servicio.
Pero volvamos a las piletas. Las cuatro están claramente inhibidas de tratar los efluentes que llegan todos los días. El agua pasa sin filtro hacia el río, resbala como si viajara en una tabla de surf. Hay una quinta pileta vacía, con huellas de que comenzó a pasar una excavadora, pero recién removió el fondo en un quinto de su superficie total. Es el comienzo de las tareas de ‘desbarrado’, o sea la limpieza de la enorme capa de tierra y sedimentos acumulados durante años, para que la pileta pueda volver a realizar la tarea de decantación de los efluentes. Parece, al menos a los ojos neófitos del periodista, más urgente recomponer la pileta que rellenar el terreno junto a la química, pero sin embargo la máquina trabaja en ese sector y el desbarrado está en la dulce espera.
Será que aunque quede limpia, no contaría aún con los indispensables aireadores. La Municipalidad llamó a la licitación para la compra de 25 aparatos, pero el proceso es muy lento. Quizá, por razones de urgencia y por el daño que los efluentes están causando al medio ambiente, cabría analizar la posibilidad de una contratación directa. Pero es una cuestión netamente municipal, como lo es la entera responsabilidad sobre la planta y el manejo de los instrumentos necesarios para que el río San Luis no siga recibiendo los excrementos de una ciudad que paga religiosamente un impuesto para que eso no suceda.
Fuente: La República
URL NOTA: http://www.lariojamunicipal.com.ar/index.php?modulo=notas&accion=ver&id=19436